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Génesis 27:28 - Biblia Lenguaje Básico

28 ¡Que Dios te dé mucha lluvia y una tierra muy fértil! ¡Que te dé mucho trigo y mucho vino!

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Biblia Reina Valera 1960

28 Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 »Del rocío de los cielos y la riqueza de la tierra, que Dios te conceda siempre abundantes cosechas de grano y vino nuevo en cantidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Que Dios te dé el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra, y abundancia de trigos y mostos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 ’Elohim pues, te dé del rocío del cielo, Y de las fertilidades de la tierra, Y abundancia de grano y mosto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 ¡Que Dios te dé, pues, el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra; abundancia de trigo y de mosto!

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Génesis 27:28
33 Referans Kwoze  

Isaac le respondió: —¿Y qué puedo hacer por ti, hijo mío? ¡Ya lo he nombrado jefe tuyo; ya he dicho que todos tus parientes estarán a su servicio, y le he asegurado que tendrá mucho trigo y mucho vino!


En respuesta, su padre le dijo: —Vivirás lejos de la tierra fértil, y lejos de la lluvia del cielo.


luego traed aquí a vuestro padre y a toda su familia. Yo voy a darles las mejores tierras de Egipto, de modo que disfruten de lo mejor del país.


Tú, Aser, presumes de sabrosos manjares, de cocinar guisos apetitosos, dignos de la mesa de un rey.


Que el Dios de tu padre, el Dios que todo lo puede, te dé su ayuda y te bendiga. Te bendiga con bendiciones del cielo, con bendiciones del mar profundo, con bendiciones a las madres que tienen hijos y los alimentan.


¡Que nunca más vuelva a llover en los campos y colinas de Guilboa! ¡Fue allí donde se burlaron de los escudos de los valientes! ¡Fue allí donde perdió su brillo el escudo de Saúl!


Elías era un profeta de Tisbé, pueblo que estaba en la región de Galaad. Un día, Elías anunció a Ajab: —Juro por el Dios de Israel, a quien sirvo, que durante varios años no va a llover ni a caer rocío hasta que yo lo diga.


el pan, que da fuerzas, el vino, que da alegría, y el perfume, que da belleza.


Es tan saludable como la lluvia que cae en el monte Hermón y baja hasta el monte de Jerusalén. A quienes viven allí, Dios los bendice con una larga vida.


Dios mío, tu amor es incomparable; bajo tu sombra protectora todos hallamos refugio.


Cuando el rey se enfada, ruge como león furioso. Cuando el rey está contento, su favor es como rocío refrescante.


Su ciencia hace que se separen las aguas de los mares y que las nubes dejen caer la lluvia.


Que los cielos dejen caer su rocío y las nubes lluevan justicia; que se abra la tierra, brote la salvación y germine la justicia. Soy yo, Dios, quien hace todo esto.


¿Hay algún ídolo entre los paganos que pueda hacer llover? ¿Acaso envía agua el cielo por sí solo? Únicamente tú, Dios nuestro, puedes hacerlo y por eso confiamos en ti.


¡Habitantes de Judá! ¡Pueblo de Israel! Habéis sido entre las naciones un pueblo al que todos maldecían, pero ahora yo os salvaré y os convertiré en bendición. Sembraréis vuestros campos en paz y vuestros viñedos darán mucho fruto; el cielo enviará sus lluvias y la tierra dará sus cosechas. Todo eso os daré a los que hayáis quedado con vida. Por lo tanto, ¡animaos y no tengáis miedo!


¡Qué maravilloso será ver a muchachos y muchachas alegres y bien alimentados!


También os doy los primeros frutos de las cosechas que los israelitas deben traerme cada año. Para vosotros será lo mejor de su aceite, de su vino y de su trigo. Podrá comerlos cualquiera de vosotros que se encuentre en estado de pureza. También os pertenece todo lo que en Israel debería ser destruido en honor a Dios.


Cuando Dios rechazó a algunos judíos, y a vosotros os aceptó en su lugar, llegasteis a formar parte del pueblo de Dios, y así recibisteis la vida eterna.


¡Oíd lo que tengo que decir! Mi enseñanza es como la lluvia, como el rocío de la mañana, como el agua que cae sobre el campo y hace que crezca la hierba.


A la tribu de José le dijo: «Dios bendecirá tus campos, y nunca te faltará la lluvia del cielo ni el agua de los pozos profundos.


Ya puedes vivir confiado, Israel, y gozar de tranquilidad. Nunca te faltará pan ni vino, pues Dios regará tus campos.


Dios os bendecirá, os amará, y os convertirá en un gran pueblo. A vuestros hijos los hará felices y les dará trigo, vino y aceite en abundancia. Además, hará que tengáis muchos ganados en la tierra que prometió dar a vuestros antepasados.


Isaac tuvo fe en Dios, y por eso prometió a sus hijos Jacob y Esaú que Dios les iba a bendecir.


Como los israelitas anduvieron cuarenta años por el desierto, ya habían muerto todos los adultos que habían salido de Egipto. Por haber desobedecido a Dios, él juró que no les dejaría ver la fértil tierra que había prometido dar a sus antepasados, una tierra que mana leche y miel, donde abundan los mejores alimentos.


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