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Génesis 24:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Cuando el Dios del cielo me pidió que dejara la casa de mi padre y mi país, me prometió bajo juramento que esta tierra se la daría a mis descendientes. Así que él enviará delante de ti a su ángel, para que encuentres allí una mujer para mi hijo.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Jehová, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Pues el Señor, Dios del cielo, quien me sacó de la casa de mi padre y de mi tierra natal, prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes. Él enviará a su ángel delante de ti y se encargará de que encuentres allí una esposa para mi hijo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Pues Yavé, Dios del cielo y de la tierra, que me sacó de la familia de mi padre y del país donde nací, me prometió con juramento que entregaría este país a mis descendientes. Y enviará a su Angel delante de ti, para que traigas de allá una mujer para mi hijo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 YHVH, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, Él mismo enviará su ángel delante de ti y de allá tomarás mujer para mi hijo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Yahveh, Dios del cielo y de la tierra, que me tomó de la casa de mi padre y del país de mi parentela, me habló y me juró diciéndome: 'A tu posteridad daré yo esta tierra', enviará a su ángel delante de ti, para que tomes de allí mujer para mi hijo.

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Génesis 24:7
39 Referans Kwoze  

Voy a darte toda la tierra que alcances a ver. Para siempre será tuya y de tus descendientes.


Ese día, Dios hizo un pacto con Abrán, y le dijo: —Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates.


Cuando Agar llegó al manantial que está en el desierto, junto al camino del sur que lleva a Egipto, Dios salió a su encuentro por medio de un ángel


La tierra de Canaán, que ahora recorres como inmigrante, te la daré a ti y a tus descendientes para siempre.


Al oír Dios los gritos del niño, llamó a Agar desde el cielo y le dijo: —¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, pues he escuchado los gritos del niño.


cuando oyó que Dios lo llamaba desde el cielo. Abrahán respondió: —Aquí estoy.


Quiero que me jures por el Dios del cielo y de la tierra, que no permitirás que mi hijo Isaac se case con ninguna mujer de Canaán,


Entonces mi amo dijo: «Toda mi vida he obedecido a Dios; así que él enviará su ángel para que te acompañe y haga que tengas éxito en tu viaje. Pero tú debes buscarle a mi hijo una mujer entre mis familiares.


Esa misma noche Dios se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios de tu padre Abrahán, y por él te voy a bendecir y aumentaré el número de tus descendientes. No tengas miedo, pues yo estoy contigo, te ayudaré en todo.


«Esto dice Ciro, rey de Persia: “El Dios de los cielos, que es dueño de todo, me hizo rey de todas las naciones y me encargó que le construya un Templo en la ciudad de Jerusalén, que está en la región de Judá.


Alabad a Dios, ángeles suyos, que sois poderosos guerreros y estáis siempre dispuestos a escuchar su palabra y cumplir sus órdenes.


¡Alabemos al Dios del cielo porque nunca deja de amarnos!


Tú me prometiste que me enseñarías cómo debía comportarme, que me ibas a dar buenos consejos y cuidarías siempre de mí.


Cuando el humilde clama a Dios, él escucha su grito, y lo salva de todas sus angustias.


y tus consejos me dirigen; cuando este mundo llegue a su fin, me recibirás con grandes honores.


Recuerda el juramento que hiciste a Abrahán, Isaac y Jacob. Tú les juraste que con sus descendientes formarías un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo, y que les darías para siempre el país de Canaán.


Enviaré a mi ángel delante de ti y él expulsará de allí a todos los pueblos que habitan esa tierra.


Sin embargo, en esos días el Dios del cielo enviará a un rey que reinará para siempre y al que nadie podrá vencer. Será él quien reinará para siempre destruyendo a los otros reinos.


Jonás respondió: —Soy hebreo y adoro al Dios soberano y creador de todas las cosas. Lo que está pasando es culpa mía, pues estoy huyendo de él.


¡Yo no soy su padre ni su madre! ¡No tengo por qué cargar con ellos como si fuera una madre con un bebé de pecho y llevarlos al territorio que tú les vas a dar!


Solo Josué y Caleb entrarán en la tierra que juré solemnemente daros. Nadie más entrará.


—Puesto que no habéis querido obedecerme, juro que ninguno de los que salieron de Egipto, mayor de veinte años, entrará en la tierra que prometí a vuestros antepasados Abrahán, Isaac y Jacob.


Aunque Abrahán vivió aquí, Dios no le dio ni un palmo de tierra en propiedad, pero sí le prometió dar este territorio a él y a sus descendientes, aunque Abrahán aún no tenía hijos.


Id y conquistad ese territorio, pues yo juré dárselo a Abrahán, Isaac y Jacob. También juré que os lo daría a vosotros que sois sus descendientes. Moisés siguió diciendo:


Allí Dios dijo a Moisés: —Esta es la tierra que daré a Israel. Así se lo prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, tus antepasados. He querido que la veas, porque no vas a entrar en ella.


Porque los ángeles son solamente espíritus que sirven a Dios y él los envía para ayudar a todos aquellos que Dios habrá de salvar.


Abrahán tuvo tanta fe en Dios que vivió como un extranjero en el país que Dios le había prometido. Vivió en tiendas de campaña, igual que Isaac y Jacob, a quienes Dios también les había prometido ese país.


Pero tú debes ser fuerte y valiente, porque serás tú quien guíe al pueblo de Israel para que reciba el territorio que les prometí a sus antepasados.


Pero desde las orillas del Éufrates, en Mesopotamia, yo llamé a Abrahán y le hice recorrer toda la tierra de Canaán; le di un hijo que se llamó Isaac, y de él nació una familia numerosa.


En ese mismo instante hubo un gran terremoto, que destruyó la décima parte de la ciudad, y siete mil personas murieron. Los supervivientes tuvieron mucho miedo y alabaron a Dios, que está en el cielo.


El ángel de Dios salió de Guilgal y fue a Bokín para darles a los israelitas el siguiente mensaje de parte de Dios: —Yo os saqué de Egipto y os traje al territorio que había prometido a vuestros antepasados. Y os dije: «Nunca romperé mi pacto con vosotros;


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