3 A la mañana siguiente Abrahán madrugó y cortó leña suficiente para hacer un gran fuego. Preparó su burro y se puso en camino al lugar que Dios le había señalado. Iba acompañado de su hijo Isaac y dos de sus sirvientes.
3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
3 A la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Ensilló su burro y llevó con él a dos de sus siervos, junto con su hijo Isaac. Después cortó leña para el fuego de la ofrenda y salió hacia el lugar que Dios le había indicado.
3 Se levantó Abrahán de madrugada, ensilló su burro, llamó a dos muchachos para que lo acompañaran, y tomó consigo a su hijo Isaac. Partió leña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Dios le había indicado.
3 Y Abraham se levantó temprano por la mañana, enalbardó su asno y tomó consigo a dos de sus mozos y a su hijo Isaac. Luego cortó troncos para el holocausto, se levantó, y se fue al lugar que le había dicho ’Elohim.
3 Abrahán se levantó muy de mañana, aparejó su asno y, tomando consigo a dos de sus criados y a Isaac, su hijo, partió la leña para el holocausto y emprendió la marcha hacia el lugar que Dios le había indicado.
Y ese mismo día Abrahán tomó a su hijo Ismael y lo circuncidó, junto con todos los hombres que habían nacido en su casa o que había comprado con su dinero. También él se circuncidó, cumpliendo así lo que Dios le había pedido. El día en que fueron circuncidados, Abrahán tenía noventa y nueve años, y su hijo Ismael tenía trece.
Al día siguiente, muy temprano, Abrahán se levantó, tomó pan y se lo dio a Agar. También tomó un odre con agua, cargó al niño sobre las espaldas de Agar y la despidió. Agar se fue y anduvo sin rumbo por el desierto de Berseba.
Al tercer día, Abrahán dijo a sus sirvientes: —Quedaos aquí con el burro, mientras mi hijo y yo subimos a aquel monte que se ve allá a lo lejos. Allí adoraremos a Dios y luego regresaremos con vosotros.
Y todo lo que podamos hacer, hagámoslo con ilusión. Vamos hacia el reino de los muertos, y allí no hay trabajo ni planes, ni conocimiento ni sabiduría.
—Si alguno de vosotros quiere ser mi discípulo, tendrá que quererme más que a su padre o a su madre, más que a su mujer o a sus hijos, y más que a sus hermanos o hermanas, incluso más que a su propia vida.
Abrahán tuvo fe en Dios, y por eso obedeció cuando Dios le ordenó que saliera del país en que vivía para ir a la tierra que le iba a dar en herencia, sin saber, además, adonde iba.
Al día siguiente, muy de mañana, Josué y todos los israelitas levantaron el campamento de Sitín y avanzaron hasta el río Jordán. Acamparon allí, esperando el momento de cruzarlo.
A la mañana siguiente, Josué se levantó temprano y reunió a los soldados. Se puso al frente de su ejército y junto con los jefes israelitas marchó hasta la ciudad de Ay.