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Génesis 20:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Mientras vivió en Guerar, Abrahán presentaba a Sara como su hermana, y no como su mujer. Por eso Abimélec, que era rey de Guerar, mandó que le trajeran a Sara para que fuera una de sus mujeres.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Abraham presentó a su esposa, Sara, diciendo: «Ella es mi hermana». Entonces el rey Abimelec de Gerar mandó llamar a Sara e hizo que la trajeran ante él a su palacio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Abrahán decía de su esposa Sara: 'Es mi hermana. Oyendo esto, el rey de Guerar, llamado Abimelec, mandó a buscarla para él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y decía Abraham respecto a Sara, su mujer: Es mi hermana.° Así que Abimelec, rey de Gerar, mandó a tomar a Sara.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Como Abrahán solía decir de Sara, su mujer: 'Es mi hermana', Abimélec, rey de Guerar, ordenó que le trajesen a Sara.

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Génesis 20:2
17 Referans Kwoze  

Entonces los oficiales del faraón fueron a contarle lo hermosa que era. Enseguida el faraón ordenó que Saray fuera llevada a su palacio.


La verdad es que ella es mi hermana pues es hija de mi padre, aunque no de mi madre; ahora es mi mujer.


Por esos días, Abimélec fue a visitar a Abrahán. Lo acompañó Picol, que era el capitán de su ejército. Al llegar, Abimélec dijo a Abrahán: —He visto que Dios te ayuda en todo lo que haces.


En aquel tiempo comenzó a faltar comida en toda la región de Canaán, tal como había pasado en tiempos de Abrahán. Era tan grave la falta de alimentos que Isaac pensó en irse a Egipto. Pero Dios se apareció a Isaac y le dijo: —No vayas a Egipto. Es mejor que vayas por algún tiempo a Guerar, donde vive Abimélec, rey de los filisteos. Yo prometo estar siempre contigo y bendecirte en todo. Además, a ti y a tus descendientes voy a daros todas estas tierras. Así cumpliré el juramento que le hice a tu padre Abrahán. Voy a hacer que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo. Por medio de ellos bendeciré a todas las naciones de la tierra, porque Abrahán me obedeció y cumplió con todo lo que le ordené. Así fue como Isaac se quedó a vivir en Guerar.


Así que Abimélec no tuvo más remedio que decirle: —Vete de aquí, pues ya eres más poderoso que nosotros.


Cuando los hombres de aquel lugar le preguntaban por Rebeca, él decía que era su hermana y no su mujer. Y es que tenía miedo, porque pensaba: «Rebeca es muy hermosa; los hombres de este lugar son capaces de matarme para quedarse con ella».


Entonces el profeta Jehú, hijo de Jananí, salió a recibirlo y le dijo: —¿Por qué has ayudado a un malvado, y te has hecho amigo de gente que odia a Dios? Dios está muy enfadado contigo.


En cierta ocasión, los líderes de Babilonia enviaron a Ezequías una embajada para averiguar qué era aquello que se contaba sobre un milagro sucedido en el país. Dios dejó que el propio Ezequías atendiera el asunto, pues quería saber si el rey lo respetaba y obedecía.


pues aunque el justo caiga muchas veces, siempre se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia.


Si tienes miedo de la gente, tú mismo te tiendes una trampa; pero si confías en Dios estarás fuera de peligro.


si te vas tras la mujer de otro, no quedarás sin castigo.


Sin embargo, no hay en este mundo nadie tan bueno que siempre haga el bien y nunca peque.


Por eso, ya no debéis mentiros los unos a los otros pues todos somos miembros de un mismo cuerpo; sed, por tanto, siempre sinceros con el prójimo.


Tampoco debéis engañaros unos a otros, porque vosotros ya habéis dejado la vida de pecado.


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