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Génesis 17:8 - Biblia Lenguaje Básico

8 La tierra de Canaán, que ahora recorres como inmigrante, te la daré a ti y a tus descendientes para siempre.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 y les daré a ti y a tus descendientes toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Será posesión de ellos para siempre, y yo seré su Dios».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Yo te daré a ti, y después de ti a tu posteridad, la tierra en que vives como peregrino, es decir, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua, y seré el Dios de los tuyos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, por posesión perpetua,° y seré su Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra por donde caminas como peregrino, todo el país de Canaán en propiedad perpetua. Y yo seré su Dios'.

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Génesis 17:8
47 Referans Kwoze  

Allí Dios se le apareció y le dijo: —Toda esta región se la daré a tus descendientes. Como Dios se le apareció allí, Abrán le construyó en aquel lugar un altar.


Voy a darte toda la tierra que alcances a ver. Para siempre será tuya y de tus descendientes.


Anda, recorre a lo largo y a lo ancho esta tierra que te voy a entregar.


—Aunque no soy más que un extranjero que ha venido a vivir entre vosotros, vendedme algún terreno en donde pueda enterrar a mi mujer.


Esa misma noche Dios se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios de tu padre Abrahán, y por él te voy a bendecir y aumentaré el número de tus descendientes. No tengas miedo, pues yo estoy contigo, te ayudaré en todo.


Que Dios te bendiga a ti y a tus descendientes, como bendijo a Abrahán. Así llegarás a ser el dueño de la tierra donde ahora vives como extranjero, la tierra que Dios dio a Abrahán.


Jacob volvió a casa de su padre Isaac, que vivía en Mamré, cerca de la ciudad de Arbé, que es Hebrón.


Era tanto lo que Esaú y Jacob tenían, y tanta la cantidad de ganado que poseían, que ya no podían seguir viviendo juntos. La tierra donde vivían ya no era lo bastante grande para los dos.


Esta es la historia de Jacob, que junto con su familia, se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre Isaac vivió como extranjero. Cuando José tenía diecisiete años, ayudaba a sus hermanos a cuidar las ovejas. Estos hermanos eran los hijos que su padre Jacob había tenido con sus otras mujeres, Bilhá y Zilpá. José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos.


y me hizo esta promesa: «Yo haré que tengas muchos hijos y que de tus descendientes surja una multitud de pueblos, y esta tierra será siempre de ellos».


Dios ha hecho un pacto conmigo; un pacto seguro y bien hecho que durará para siempre. Por eso mi descendencia siempre estará segura, y Dios me concederá la victoria haciendo que se cumplan mis deseos.


Y le dijo: «Yo te daré la tierra de Canaán, pues es la herencia que te ha tocado».


En cambio, el amor de Dios siempre será el mismo; Dios ama a quienes lo honran, y siempre hace justicia a sus descendientes,


diciéndole: «Yo te daré la tierra de Canaán, pues es la herencia que te ha tocado».


Hizo un pacto con Abrahán y se lo confirmó a Isaac con juramento.


Cuando Dios os haya entregado el territorio de Canaán, que es el país que prometió a vuestros antepasados,


deberán llevarlo al santuario y allí le perforarán la oreja. Con esa marca se sabrá que el esclavo pertenece a su dueño para siempre.


Yo viviré entre los israelitas y seré su Dios.


Recuerda el juramento que hiciste a Abrahán, Isaac y Jacob. Tú les juraste que con sus descendientes formarías un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo, y que les darías para siempre el país de Canaán.


y derrama aceite sobre ellos para consagrarlos como mis sacerdotes. A partir de ese momento, y gracias al aceite que se usa para consagrar, los descendientes de Aarón y de sus hijos serán mis sacerdotes para siempre.


Yo me comprometí a darles el país de Canaán, donde antes vivieron como inmigrantes.


En adelante vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Así sabréis que yo soy el Señor, vuestro Dios, el que os libró de ser esclavos de los egipcios.


Ellos os decían: «Dejad ya de hacer el mal y comportaos como es debido. Si lo hacéis así, habitaréis para siempre en la tierra que Dios os ha dado a vosotros y a vuestros antepasados.


El día que vuelvan de Babilonia —soy yo, vuestro Dios quien lo asegura— seré el Dios de todos los israelitas y ellos serán mi pueblo.


Entonces obedecerán mis mandamientos y vivirán como les he ordenado que vivan. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.


—Israel es un país en ruinas. Sin embargo, hay israelitas que se consuelan diciendo: «Si Abrahán, que era uno solo, pudo tomar posesión de este país, con mayor razón se nos dará en posesión a nosotros que somos muchos».


—Cuando entréis en el territorio de Canaán que yo os entrego en posesión, tal vez aparezcan manchas extrañas como si fueran de lepra en las paredes de vuestras casas.


Para obtener el perdón de los pecados de Israel, deberéis hacer esta ceremonia de expiación una vez al año. Todo se hizo como Dios había ordenado a Moisés.


Caminaré con vosotros, yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.


y lo haré volver a Jerusalén. Será mi pueblo, y yo seré vuestro Dios; seré para ellos un Dios fiel y justo. Así os lo digo yo, el Dios todopoderoso.


Moisés dijo a su suegro Jobab, hijo de Deuel el madianita: —Nosotros vamos al territorio que Dios ha prometido darnos. Ven con nosotros. Te trataremos bien, lo mismo que Dios ha prometido tratar bien a Israel.


Se trata de un pacto según el cual tanto él como sus descendientes serán siempre mis sacerdotes, por haber salido en defensa de su Dios y haber obtenido el perdón para los israelitas.


Dios dijo a Moisés: —Ni tú ni tu hermano Aarón reconocisteis mi santidad cuando el pueblo se quejó contra mí en el desierto de Sin y me exigió que les diera agua de Meribá de Cadés; al contrario, desobedecisteis mis mandatos y no disteis la cara por mí ante los israelitas. A pesar de ello, sube ahora al monte Abarín para que veas la tierra que voy a dar a los israelitas. Porque vas a morir sin disfrutar de ella, como ya le ha pasado a tu hermano Aarón.


Aunque Abrahán vivió aquí, Dios no le dio ni un palmo de tierra en propiedad, pero sí le prometió dar este territorio a él y a sus descendientes, aunque Abrahán aún no tenía hijos.


sois el pueblo que Dios eligió de entre todos los pueblos de la tierra y le pertenecéis.


Vuestro Dios ha cumplido su promesa anunciando que vosotros sois su pueblo y que deberéis obedecerlo en todo.


Pero este pacto solemne Dios no lo hace solamente con vosotros,


—Quiero que vayas a la región montañosa de Abarín, y que subas al monte Nebo, que está en el territorio de Moab, frente a Jericó. Desde allí podrás admirar el territorio de Canaán, que voy a dar a los israelitas.


Cuando Dios dividió la humanidad en diferentes pueblos y naciones, cuando asignó a cada pueblo su propio territorio según el número de los hijos de Israel.


Allí Dios dijo a Moisés: —Esta es la tierra que daré a Israel. Así se lo prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, tus antepasados. He querido que la veas, porque no vas a entrar en ella.


Así, por medio de Jesucristo, entramos en un nuevo pacto con Dios. Porque Jesucristo murió para que Dios nos perdonara todo lo malo que hicimos durante el primer pacto y también para que los elegidos por Dios recibamos la salvación eterna que él nos ha prometido.


Al que salga vencedor le daré todo esto en herencia: yo seré su Dios y él será mi hijo.


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