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Génesis 15:18 - Biblia Lenguaje Básico

18 Ese día, Dios hizo un pacto con Abrán, y le dijo: —Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates.

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Biblia Reina Valera 1960

18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Entonces el Señor hizo un pacto con Abram aquel día y dijo: «Yo he entregado esta tierra a tus descendientes, desde la frontera de Egipto hasta el gran río Éufrates,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Aquel día Yavé pactó una alianza con Abram diciendo: 'A tu descendencia daré esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran río Eufrates.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 En aquel día hizo YHVH pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra,° desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 En aquel día hizo Yahveh alianza con Abrán, diciéndole: 'A tu posteridad entrego yo esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates:

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Génesis 15:18
58 Referans Kwoze  

Allí Dios se le apareció y le dijo: —Toda esta región se la daré a tus descendientes. Como Dios se le apareció allí, Abrán le construyó en aquel lugar un altar.


Voy a darte toda la tierra que alcances a ver. Para siempre será tuya y de tus descendientes.


El tercer río es el Tigris, que corre al este de Asiria. El cuarto río es el Éufrates.


Cuando el Dios del cielo me pidió que dejara la casa de mi padre y mi país, me prometió bajo juramento que esta tierra se la daría a mis descendientes. Así que él enviará delante de ti a su ángel, para que encuentres allí una mujer para mi hijo.


Que Dios te bendiga a ti y a tus descendientes, como bendijo a Abrahán. Así llegarás a ser el dueño de la tierra donde ahora vives como extranjero, la tierra que Dios dio a Abrahán.


La tierra que les di a Abrahán y a Isaac, también te la doy a ti y a tus descendientes.


Algún tiempo después, José dijo a sus hermanos: —Ya me falta poco para morir. Pero podéis estar seguros de que Dios vendrá a ayudaros y os hará volver a la tierra que, bajo juramento, prometió darles a Abrahán, a Isaac y a Jacob. Tenéis que jurarme que cuando esto ocurra os llevaréis de aquí mis restos.


Dios ha hecho un pacto conmigo; un pacto seguro y bien hecho que durará para siempre. Por eso mi descendencia siempre estará segura, y Dios me concederá la victoria haciendo que se cumplan mis deseos.


Adadézer, que era hijo de Rejob y rey de Sobá, quiso recuperar el control sobre la región del río Éufrates, pero David lo derrotó.


Salomón dominaba todos los reinos que había entre el río Éufrates y el país de los filisteos, hasta la frontera con Egipto. Ejercía su dominio sobre todos los reyes que había al oeste del río Éufrates, desde Tifsaj hasta Gaza. Todos estos reyes pagaban impuestos a Salomón y estuvieron sometidos a él durante toda su vida. Ello hizo que Salomón viviera en paz con todos los países de alrededor. Para atender a las necesidades de Salomón y su corte se necesitaban cada día seis mil seiscientos kilos de harina fina, trece mil doscientos kilos de harina corriente, cien ovejas, diez toros de los más gordos y otros veinte alimentados con hierba, además de los correspondientes ciervos, gacelas, corzos y aves bien gordas.


Hizo el pacto con Abrahán, y se lo confirmó con juramento a Isaac.


En esa ocasión, Salomón celebró delante de Dios la fiesta de las Enramadas, y una gran cantidad de israelitas de todas partes del país, desde Jamat hasta el arroyo de Egipto, asistió a la fiesta. En total la celebración duró catorce días; siete para la dedicación del altar, y siete para la fiesta de las Enramadas. Todo finalizó con un día de especial solemnidad.


Salomón llegó a ser tan poderoso que puso bajo su dominio a todos los reyes, desde el río Éufrates en el este, hasta la tierra de los filisteos en el oeste y hasta la frontera con Egipto en el sur.


También se comprobó que hubo en Jerusalén reyes poderosos que dominaron en la provincia al oeste del río Éufrates, a quienes se les pagaban toda clase de impuestos.


Como viste que te era fiel, no dudaste en prometerle que harías de sus descendientes los dueños de un gran territorio. Ese territorio lo ocupaban los cananeos y los hititas, los amorreos y los fereceos, los jebuseos y los guirgaseos. ¡Y tú cumpliste la promesa! ¡En ti se puede confiar!


diciéndole: «Yo te daré la tierra de Canaán, pues es la herencia que te ha tocado».


Cuando Dios os haya entregado el territorio de Canaán, que es el país que prometió a vuestros antepasados,


Pero Dios vio sus sufrimientos, escuchó sus gritos de dolor y se acordó del pacto que había hecho con los antepasados de los israelitas, es decir, con Abrahán, Isaac y Jacob.


Mi ángel te llevará al país de Canaán, donde ahora viven muchos pueblos, que destruiré por completo.


Por eso he venido a librarlos del poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y fértil que mana leche y miel. Es Canaán, país donde viven pueblos que no me conocen.


Recuerda el juramento que hiciste a Abrahán, Isaac y Jacob. Tú les juraste que con sus descendientes formarías un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo, y que les darías para siempre el país de Canaán.


Si obedecéis todo lo que hoy os he ordenado, yo expulsaré ante vosotros a todos los pueblos del país donde vais a entrar.


Yo expulsaré a las demás naciones, para que dispongáis de más territorio y nadie podrá adueñarse de vuestro territorio cuando vengáis a adorarme esas tres veces al año.


Yo me comprometí a darles el país de Canaán, donde antes vivieron como inmigrantes.


Yo os llevaré a la tierra que prometí bajo juramento dar a Abrahán, Isaac y Jacob, una tierra que de ahora en adelante será vuestra. Porque yo soy vuestro Dios.


Aquel día golpeará Dios a todos, desde el río Éufrates hasta el río de Egipto; pero a vosotros los israelitas os volverá a reunir uno por uno, como reúne el campesino las espigas.


¡Venid a mí y prestad atención, obedecedme y viviréis! Yo haré un pacto con vosotros para siempre, cumpliré las promesas que hice a David.


Tú nos diste una tierra tan fértil que mana leche y miel, en la que siempre hay abundancia de alimentos, tal como se lo habías prometido a nuestros antepasados.


Haré con ellos un pacto que durará para siempre. Estaré con mi pueblo en todo momento y lo ayudaré; haré que me respete y que no vuelva a alejarse de mí.


Yo recordaré el pacto que hice con Abrahán, Isaac y Jacob, y bendeciré esta tierra,


Aunque Abrahán vivió aquí, Dios no le dio ni un palmo de tierra en propiedad, pero sí le prometió dar este territorio a él y a sus descendientes, aunque Abrahán aún no tenía hijos.


Pero, cuando Dios cumpla su promesa y agrande vuestro territorio, si queréis comer carne, podréis hacerlo si ese es vuestro deseo.


Si me hacéis caso, y amáis y obedecéis a vuestro Dios, él ensanchará el territorio que prometió con juramento a vuestros antepasados. En tal caso deberéis reservar otras tres ciudades, para que sirvan de refugio.


Allí Dios dijo a Moisés: —Esta es la tierra que daré a Israel. Así se lo prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, tus antepasados. He querido que la veas, porque no vas a entrar en ella.


Moisés continuó diciendo: —Vuestro Dios os hará entrar en la tierra que os va a dar. Arrojará de allí a siete naciones más grandes y poderosas que vosotros: los hititas, los guirgaseos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos.


El Dios de paz resucitó a nuestro Señor Jesús, y por medio de la sangre que Jesús derramó al morir, hizo un pacto eterno con nosotros que somos su rebaño y él es nuestro gran Pastor. Por eso le pido al Dios de paz que haga que seáis perfectos en todo y que Jesucristo os ayude a cumplir la voluntad de Dios haciendo lo que le agrada. ¡Que Jesús reciba la gloria por siempre! Amén.


desde el arroyo Sijor, al este de Egipto, hasta la frontera con Ecrón, en el norte; todo ello es territorio cananeo. Allí hay cinco jefes filisteos que viven en las ciudades de Gaza, Asdod, Ascalón, Gad y Ecrón. Además, queda también por conquistar el territorio de los avitas,


La voz le dijo al sexto ángel que había tocado la trompeta: —Suelta a los cuatro ángeles que están encadenados a orillas del gran río Éufrates.


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