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Génesis 13:16 - Biblia Lenguaje Básico

16 También voy a hacer que tengas muchos descendientes. Y así como nadie puede contar el polvo de la tierra, tampoco nadie podrá contarlos a ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 ¡Y te daré tantos descendientes que, como el polvo de la tierra, será imposible contarlos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra, de tal manera, que si se pudiera contar el polvo de la tierra, también se podría contar tu descendencia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Haré a tu descendencia como el polvo de la tierra: si se puede contar el polvo de la tierra, tu descendencia podrá ser contada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 y haré que tu descendencia sea como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, podrá contar también tu posteridad.

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Génesis 13:16
38 Referans Kwoze  

Luego lo llevó afuera y le dijo: —Mira el cielo y sus muchas estrellas. ¿Verdad que no puedes contarlas? ¡Pues tampoco será posible contar a tus descendientes!


La voy a bendecir para que te dé un hijo; de sus descendientes se formarán muchas naciones y algunos de ellos serán reyes.


Voy a hacer un pacto contigo y tendrás innumerables descendientes.


En cuanto lo que has pedido para Ismael, yo lo bendeciré con una descendencia innumerable. De sus descendientes saldrán doce príncipes y haré de él una gran nación.


porque sus descendientes formarán una nación grande y poderosa. Por medio de ellos todas las naciones de la tierra van a ser bendecidas.


Pero también con los descendientes del hijo de tu esclava haré una gran nación, pues él es hijo tuyo.


¡Tus descendientes serán tan numerosos como el polvo de la tierra! Y habitarán todo este gran país de oriente a occidente y de norte a sur. Por ti y por tus descendientes, todos los pueblos de la tierra serán bendecidos.


Mi deseo es que el Dios todopoderoso te bendiga y te conceda tener muchísimos hijos, tantos que formen numerosas naciones.


Esa noche Jacob durmió en aquel lugar. Después, del ganado que traía con él, apartó como regalo para su hermano Esaú


Allí también Dios le dijo: —Yo soy el Dios todopoderoso. Haré que tengas muchos descendientes, de los que saldrán reyes y muchas naciones.


Entonces Dios le dijo: —Yo soy el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque yo voy a ir contigo. Te convertiré en una gran nación y te haré volver de nuevo a Canaán. Además, cuando mueras, José estará a tu lado.


Y ahora tengo que dirigir a este pueblo que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que es imposible contar. Dame sabiduría para que pueda saber lo que está bien y lo que está mal. Sin tu ayuda yo no podría gobernar este pueblo.


La población de Judá e Israel era incontable; eran tan numerosos como los granos de arena que hay en la playa. Tenían comida y bebida en abundancia y eran muy felices.


Pero Dios se compadeció de los israelitas, y los ayudó, pues había hecho un pacto con Abrahán, Isaac y Jacob. Por eso no destruyó a Israel por completo y, hasta el momento presente, Dios ha seguido protegiendo a los israelitas.


Joab informó al rey sobre el resultado del recuento. En Israel había un millón cien mil hombres dispuestos para la guerra, y en Judá, cuatrocientos setenta mil.


Como Dios había prometido que los israelitas serían más numerosos que las estrellas del cielo, David no hizo el censo de los que eran menores de veinte años.


Tendrás una descendencia numerosa, tan abundante como la hierba del campo.


Pero, como habían tenido muchos hijos, sus descendientes llegaron a ser un pueblo muy fuerte y numeroso. ¡Por todo Egipto había israelitas!


Recuerda el juramento que hiciste a Abrahán, Isaac y Jacob. Tú les juraste que con sus descendientes formarías un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo, y que les darías para siempre el país de Canaán.


¿Quién podrá contar cuántos son? Son innumerables los hijos de Israel. ¡Que tenga yo la muerte de los justos y mi destino final sea como el suyo!».


Por eso Abrahán, aunque ya era muy mayor, tuvo tantos descendientes como las estrellas del cielo y como los granos de arena que hay a la orilla del mar, que no se pueden contar.


Después de esto vi a mucha gente de todos los países y de todas las razas, idiomas y pueblos. ¡Eran tantos que nadie los podía contar! Estaban de pie, delante del trono y del Cordero, vestidos con ropas blancas. En sus manos llevaban ramas de palmera


Cada vez que los israelitas tenían algo sembrado, venían los madianitas, los amalecitas y la gente del este, y los atacaban;


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