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Gálatas 3:8 - Biblia Lenguaje Básico

8 Desde antiguo, las Escrituras decían que Dios también iba a aceptar a los que no son judíos, siempre y cuando creyeran en Jesucristo. Por eso Dios le dio a Abrahán esta buena noticia: «Gracias a ti, bendeciré a todas las naciones».

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Biblia Reina Valera 1960

8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Es más, las Escrituras previeron este tiempo en el que Dios haría justos a sus ojos a los gentiles por causa de su fe. Dios anunció esa Buena Noticia a Abraham hace tiempo, cuando le dijo: «Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 La Escritura anticipó que Dios daría a los paganos la verdadera rectitud por el camino de la fe. Por eso Abrahán recibió esta promesa: La bendición pasará de ti a todas las naciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y la Escritura, previendo que por la fe Dios declara justos a los gentiles, proclamó de antemano las buenas nuevas a Abraham:° En ti serán benditas todas las naciones.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Y la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por fe, anunció de antemano a Abrahán: En ti serán bendecidos todos los linajes de la tierra.

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Gálatas 3:8
25 Referans Kwoze  

Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan. ¡Gracias a ti, bendeciré a todas las naciones de la tierra!


porque sus descendientes formarán una nación grande y poderosa. Por medio de ellos todas las naciones de la tierra van a ser bendecidas.


¡Tus descendientes serán tan numerosos como el polvo de la tierra! Y habitarán todo este gran país de oriente a occidente y de norte a sur. Por ti y por tus descendientes, todos los pueblos de la tierra serán bendecidos.


Judá tendrá siempre en sus manos el cetro y el bastón de mando, hasta que llegue aquel a quien verdaderamente deben los pueblos obediencia.


Que haya prosperidad y justicia todo el tiempo que sea rey. Que su reino permanezca mientras dure en el cielo la luna.


Y si de cien personas quedan solo diez, hasta esas diez serán destruidas. Quedarán como árboles talados, de los que solo queda el tronco. Pero de ese tronco brotará una descendencia santa.


Daré a Israel una gran descendencia y haré que Judá posea estos montes; los poseerán mis elegidos y mis servidores habitarán allí.


Cuando juréis en mi nombre, hacedlo con sinceridad y honradez y así las naciones encontrarán bendición en ese nombre y podrán cantar mis alabanzas.


Ríos de agua viva brotarán del corazón de los que creen en mí. Así lo dicen las Escrituras.


Las Escrituras dicen que el Mesías debe ser de la misma familia del rey David, y que nacerá en Belén, el pueblo de donde era David.


hasta que yo derrote a tus enemigos».


En las Escrituras leemos que Dios dijo a faraón: «Te hice rey, precisamente para mostrar mi poder por medio de todo lo que haré contigo, y para que todo el mundo me conozca».


¿Qué más os puedo decir? Pues que, aunque los no israelitas no estaban haciendo nada para que Dios los aceptara, él los aceptó porque creyeron en él.


Ahora bien, las promesas que Dios hizo a Abrahán eran para él y para su descendiente. Las Escrituras no dicen que las promesas eran para «sus descendientes», sino para «su descendiente», que es Cristo.


Las Escrituras dicen que el pecado nos domina a todos, de modo que la promesa de Dios es para los que creen en Jesucristo.


Pero la Escritura nos cuenta que Dios dijo a Abrahán: «Echa de aquí a esa esclava y a su hijo; él no tiene derecho a compartir la herencia con tu hijo Isaac, que ha nacido de una mujer libre».


Porque nosotros oímos la buena noticia, igual que aquellos israelitas que salieron de Egipto. Solo que a ellos no les sirvió de nada oírla, porque no creyeron en el mensaje.


El séptimo ángel tocó la trompeta y en el cielo se oyeron fuertes voces que decían: —Nuestro Dios y su Mesías ya gobiernan sobre todo el mundo y reinarán para siempre.


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