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Éxodo 5:21 - Biblia Lenguaje Básico

21 les dijeron: —¡Que Dios mire lo que habéis hecho y os castigue! Porque ahora el faraón y su gente nos odian más que antes. ¡Vosotros les habéis dado un pretexto para que nos maten!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

21 les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Los jefes de cuadrilla les dijeron: «¡Que el Señor los juzgue y los castigue por habernos hecho repugnantes a los ojos del faraón y sus funcionarios! ¡Ustedes mismos les pusieron una espada en la mano, les dieron una excusa para que nos maten!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 y les dijeron: 'Que Yavé examine y juzgue. Por culpa de ustedes Faraón y sus capataces nos han tomado odio. Ustedes han puesto la espada en sus manos para matarnos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 y les dijeron: Que YHVH os mire y juzgue, pues habéis hecho heder nuestro aliento a ojos de Faraón y de sus servidores,° poniéndoles en su mano una espada para que se nos mate.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 les dijeron: 'Que Yahveh os mire y juzgue. Nos habéis hecho odiosos al Faraón y a sus servidores, y habéis puesto la espada en sus manos para que nos maten'.

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Éxodo 5:21
19 Referans Kwoze  

Entonces Saray dijo a Abrán: —Tú tienes la culpa de que Agar me trate con desprecio. Recuerda que fui yo quien te la entregó. Ahora resulta que, como está embarazada, se siente superior a mí. Que Dios juzgue quién tiene razón en este caso.


Pongo ante nosotros, como juez, al Dios de Abrahán y Najor. Así lo juró Jacob en el nombre del Dios que su padre Isaac adoraba;


No agradó a Jacob el comportamiento de sus hijos Simeón y Leví, y les dijo: —Con lo que habéis hecho, me habéis traído muchos problemas. Ahora los cananeos y los fereceos que habitan en esta tierra no van a querer ni verme. Nosotros somos pocos, y si la gente de esta tierra se une contra nosotros, acabarán por matarnos a todos.


Al darse cuenta los amonitas de que David se había enfadado mucho con ellos, contrataron a los arameos de Rejob y Sobá para que les ayudaran a luchar contra David. También contrataron a mil hombres del rey Maacá y a doce mil hombres de Tob. Los arameos enviaron a veinte mil soldados, que tomaron posiciones en el campo junto con los soldados de Tob y Maacá. Por su parte, los amonitas salieron a la guerra y se colocaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad. Informado de ello, David envió a la batalla a Joab, junto con todo su ejército y sus mejores soldados.


Al darse cuenta Janún y los amonitas que David se había enfadado mucho con ellos, enviaron treinta y tres mil kilos de plata a los sirios de las ciudades de Mesopotamia, de Maacá y de Sobá, para que les proporcionaran carros de combate y jinetes.


a Moisés: —¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué nos trajiste a morir en el desierto? ¿Acaso no había en Egipto lugar para enterrarnos?


pero también se quejaron a Moisés diciéndole: —¿Y ahora qué vamos a beber?


Allí en el desierto todos los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y contra Aarón.


Los israelitas creyeron a Moisés y, cuando oyeron que Dios iba a ayudarlos, se inclinaron hasta el suelo y adoraron a Dios.


así que cuando salieron del palacio del faraón y se encontraron con Moisés y Aarón, que estaban esperándolos afuera,


Moisés les contó a los israelitas todo lo que Dios le había dicho; pero ellos estaban tan desanimados por el duro trabajo a que estaban sometidos que no le hicieron caso.


Si una mosca muerta cae en un frasco de perfume, se echará a perder el perfume; si cometes la menor tontería, tu fama de sabio no te servirá para nada.


Esto dice Dios acerca de Egipto, ese animal feroz del desierto del sur: Los israelitas llevan a Egipto todos sus tesoros y riquezas; lo llevan a lomos de burros y de camellos. Cruzan un desierto lleno de peligros. Allí hay feroces leones y leonas, víboras y dragones voladores.


A ese enemigo del norte, que se atrevió a atacaros, lo arrojaré al desierto; a los que venían al frente los ahogaré en el mar Muerto, y a los que venían atrás los ahogaré en el Mediterráneo. ¡Sus cadáveres despedirán un olor insoportable! Patria mía, ¡no tengas miedo! Al contrario, llénate de gozo, pues Dios hace grandes maravillas.


¿Para qué nos ha traído Dios a este territorio? ¿Solo para que nos maten a todos y se lleven como esclavos a nuestras mujeres e hijos? ¡Mejor regresemos a Egipto!


Y es que al saber que Saúl había destruido un cuartel filisteo, los israelitas pensaron que serían atacados por los filisteos; así que se reunieron en torno a Saúl en Guilgal.


Por eso Aquís confiaba mucho en David, ya que pensaba: «Con lo que David está haciendo, los israelitas deben odiarlo mucho. Así que tendrá que estar siempre a mi servicio».


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