13 Mientras tanto, los capataces egipcios no dejaban de apremiarlos. «¡Cumplan con la cuota diaria de producción —les exigían—, tal como cuando se les proporcionaba la paja!».
También celebraron la fiesta de las Enramadas de acuerdo con lo que ordenaba la ley, y ofrecieron diariamente la cantidad de sacrificios que correspondía. También ofrecieron las ofrendas acostumbradas en la fiesta de la luna nueva y en todas las demás fiestas dedicadas a Dios. Además presentaban a Dios ofrendas voluntarias.
Para humillar a los israelitas, los egipcios los pusieron a las órdenes de capataces que los trataban con gran dureza mientras construían las ciudades de Pitón y Ramsés. En esas ciudades el faraón guardaba sus provisiones.
Pero como no podían hacerlo, los capataces del faraón golpeaban a los encargados israelitas que habían puesto para vigilar el trabajo. Les decían: —Ya lleváis dos días sin que hayáis entregado la misma cantidad de ladrillos.