31 Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.
Al oír esto, Abrán se inclinó tocando el suelo con la frente en señal de respeto. Entonces Dios le dijo: —En este pacto que hago contigo, te prometo lo siguiente: De ti nacerán muchas naciones. Por eso ya no vas a llamarte Abrán, sino Abrahán, porque serás el padre de muchas naciones, y muchos de tus descendientes serán reyes.
Lía quedó embarazada y tuvo un hijo al que puso por nombre Rubén, pues dijo: —Dios ha visto mi tristeza. Estoy segura de que ahora sí me va a querer mi marido.
Algún tiempo después, José dijo a sus hermanos: —Ya me falta poco para morir. Pero podéis estar seguros de que Dios vendrá a ayudaros y os hará volver a la tierra que, bajo juramento, prometió darles a Abrahán, a Isaac y a Jacob. Tenéis que jurarme que cuando esto ocurra os llevaréis de aquí mis restos.
A continuación David se dirigió a toda la asamblea del pueblo diciendo: —¡Bendecid y alabad a Dios! Y el pueblo entero, inclinándose ante Dios y ante el rey, bendijo al Dios de sus antepasados.
El rey de Asiria confía en su ejército; pero nosotros tenemos a Dios de nuestra parte, y él peleará por nosotros. Al oír al rey Ezequías, el pueblo se armó de valor.
Cuando todos los israelitas vieron descender el fuego y la presencia de Dios sobre el Templo, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente, adoraron a Dios y le dieron gracias, proclamando: «Dios es bueno y nunca deja de amarnos».
Entonces Esdras alabó al Dios todopoderoso, y todos, con los brazos en alto, dijeron: «¡Amén, amén, —asintieron diciendo— alabado sea Dios!». Luego se inclinaron tocando el suelo con la frente y adoraron a Dios.
En cuanto Job oyó esto, se puso de pie y rasgó su ropa en señal de dolor; luego se rasuró la cabeza y se inclinó hasta el suelo en actitud de adoración,
les diréis: «Esta cena es la Pascua que celebramos en honor de nuestro Dios. Recordamos así cuando Dios pasó de largo en Egipto ante las casas de los israelitas y protegió nuestras familias, y en cambio hirió de muerte a los egipcios». Cuando Moisés terminó de hablar, todos los israelitas se arrodillaron y adoraron a Dios,
Yo sé que los jefes te harán caso. Así que tú y ellos os presentaréis ante el rey de Egipto y le diréis: «Nuestro Dios, el Dios de Israel, se nos ha aparecido. Permítenos, oh rey, ir al desierto durante tres días. Allí adoraremos a nuestro Dios y le presentaremos ofrendas».
Pero Dios siguió diciéndole: —Yo sé muy bien que mi pueblo Israel está sufriendo mucho en Egipto. He escuchado sus gritos pidiéndome ayuda y he visto cómo los egipcios los maltratan.
—Haz esto mismo delante de los jefes de Israel. Cuando ellos vean que la vara se convierte en serpiente, creerán que verdaderamente me has visto a mí, que soy el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob.
Cuando nuestro Dios permita que vuelvan los sobrevivientes de Judá, del país adonde los llevaron presos, él mismo los llevará a vuestras costas para que alimenten allí a sus rebaños. En cuanto a esos supervivientes, pasarán la noche en las casas de Ascalón.
Las semillas que cayeron entre piedras representan a los que reciben el mensaje con alegría, pero como no ha echado raíces, cuando tienen problemas enseguida olvidan el mensaje.