Éxodo 34:16 - Biblia Lenguaje Básico16 No toméis a sus hijas como esposas para vuestros hijos no sea que ellas, al adorar a sus falsos dioses, hagan que vuestros hijos adoren también a esos mismos falsos dioses. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 196016 o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente16 Acto seguido, aceptarás a sus hijas —quienes hacen sacrificios a otros dioses— como esposas para tus hijos; y ellas seducirán a tus hijos para que cometan adulterio contra mí al rendir culto a otros dioses. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)16 y luego casarás a tus hijos con las hijas de ellos y, puesto que se prostituyen ellas por sus dioses, arrastrarán a tus hijos a prostituirse también a sus dioses. - Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion16 Y tomes de sus hijas para tus hijos, y cuando sus hijas se prostituyan tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan tras los dioses de ellas. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 197516 No tomes sus hijas para mujeres de tus hijos, porque al prostituirse sus hijas ante sus propios dioses, pueden arrastrar a tus hijos a que se prostituyan a su vez ante los dioses de ellas. Gade chapit la |
Además de la hija del faraón, Salomón se enamoró de otras muchas mujeres extranjeras procedentes de Moab, de Amón, de Edom, de Sidón y del país de los hititas. En concreto tuvo setecientas esposas que eran princesas y otras trescientas mujeres con las que mantuvo relaciones ocasionales. Dios había dicho a los israelitas en relación con las mujeres extranjeras: «No os caséis con ellas, pues ellas os harán adorar a sus dioses». Y así, en efecto, sucedió.
Cuando Ajab escuchó estas palabras, rasgó sus ropas en señal de arrepentimiento, se vistió de ropas ásperas y ayunó. Entonces Dios dijo a Elías: —¿Has visto cómo Ajab se ha arrepentido por el mal que ha hecho? Por eso no voy a castigar a su familia mientras él viva; esperaré a que su hijo sea rey. Y es que antes de Ajab, nadie se había portado tan mal con Dios como él. Aunque en realidad fue su mujer Jezabel la culpable de que Ajab se portara tan mal. Lo más odioso que hizo Ajab fue adorar a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, antes de que Dios los expulsara del territorio israelita.
También nos dijiste que no debíamos permitir que nuestras hijas se casaran con hombres de esos pueblos, ni que las hijas de ellos se casaran con nuestros hijos; y que tampoco debíamos ayudar a esa gente a tener paz y bienestar. De esa manera seríamos fuertes, disfrutaríamos de todo lo bueno de este territorio y después se lo dejaríamos a nuestros hijos y nietos como herencia para siempre.
Todos nosotros nos comprometimos a cumplir con lo siguiente: «Ninguno de nuestros hijos o hijas se casará con gente de otro país. Si un extranjero viene a vendernos trigo u otros productos en sábado o en cualquier otro día festivo, no le compraremos nada. Cada siete años dejaremos de trabajar la tierra y perdonaremos lo que se nos deba. Cada año daremos una contribución de cuatro gramos de plata para los gastos del Templo de nuestro Dios. Eso servirá para comprar el pan dedicado a Dios, la ofrenda de cereales y los animales para el sacrificio diario, las ofrendas de los sábados y de los días de luna nueva, y de todas las otras fiestas religiosas. También servirá para comprar tanto las ofrendas por el perdón de nuestros pecados, como todo lo que tenga que ver con el servicio del Templo de nuestro Dios. Cada año los sacerdotes y los levitas, junto con todo el pueblo, echarán suertes para saber a qué grupo familiar le toca traer la leña que debe ser ofrecida y quemada sobre el altar de nuestro Dios, según lo que está escrito en el libro de la Ley. Cada año traeremos al Templo de Dios los primeros frutos de lo que produzcan nuestras tierras y nuestros árboles. Presentaremos nuestros primogénitos ante los sacerdotes del Templo, para dedicarlos a Dios. Llevaremos también al Templo de nuestro Dios las primeras crías de nuestras vacas y de nuestras ovejas. Llevaremos a los sacerdotes la masa hecha con el primer trigo de nuestras cosechas, los primeros frutos de nuestros árboles, el primer vino y el primer aceite. Ellos lo guardarán en los almacenes del Templo de nuestro Dios. Entregaremos a los levitas la décima parte de lo que produzcan nuestras tierras, pues ellos son los encargados de esas contribuciones en nuestras poblaciones. Un sacerdote descendiente de Aarón acompañará a esos levitas cuando vayan a recoger los diezmos, y luego ellos llevarán una décima parte de esa contribución a los almacenes del Templo de nuestro Dios. Allí han de llevar tanto los israelitas como los levitas las contribuciones de trigo, vino y aceite. Allí se guardan también los utensilios del Templo y allí residen los sacerdotes, los levitas, los porteros y los cantores del Templo. Nunca descuidaremos el Templo de nuestro Dios».
De lo contrario, Dios no expulsará a esas naciones de entre vosotros, sino que serán como una red o una trampa que os hará caer. Dios los usará como un látigo sobre vuestras espaldas, y como espinas en vuestros ojos, hasta que no quede ninguno de vosotros en esta tierra buena que vuestro Dios os ha dado.