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Éxodo 24:8 - Biblia Lenguaje Básico

8 Moisés tomó la sangre que estaba en los recipientes, la roció sobre el pueblo y dijo: —Esta sangre confirma el pacto que Dios ha hecho con vosotros.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Entonces Moisés tomó la sangre de los tazones y la salpicó sobre el pueblo, mientras declaraba: «Esta sangre confirma el pacto que el Señor ha hecho con ustedes al darles estas instrucciones».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Entonces Moisés tomó la sangre con la que roció el pueblo, diciendo: 'Esta es la sangre de la Alianza que Yavé ha hecho con ustedes, conforme a todos estos compromisos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Entonces Moisés tomó la sangre y la roció sobre el pueblo, diciendo: ¡He aquí la sangre del pacto° que YHVH ha concertado con vosotros sobre todas estas palabras!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Tomó Moisés la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: 'Ésta es la sangre de la alianza que Yahveh ha concluido con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras'.

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Éxodo 24:8
23 Referans Kwoze  

Además he preparado un lugar para colocar allí el Arca del pacto que Dios hizo con nuestros antepasados cuando los sacó de Egipto.


Lo único que había en el Arca eran las dos tablas de piedra colocadas allí por Moisés durante su estancia en el Horeb, cuando Dios hizo un pacto con los israelitas al salir de Egipto.


Nunca le decían la verdad; nunca le fueron sinceros ni cumplieron fielmente su pacto.


Moisés echó en unos recipientes la mitad de la sangre de los novillos, y la otra mitad la roció sobre el altar.


Muchas naciones se asombrarán, y en la presencia de mi siervo los reyes quedarán mudos, porque verán lo que nadie les había contado y descubrirán lo que jamás habían oído.


En el pasado, tomé de la mano a vuestros antepasados y los saqué de Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo cumplieron, a pesar de que yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo de Israel será este: «Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Soy yo, Dios, quien lo asegura».


Tiempo después volví a pasar y vi que la ciudad ya había crecido bastante. Era como una jovencita convertida en mujer lista para casarse. La puse entonces bajo mi cuidado y me comprometí a amarla para siempre, como si ella fuera mi mujer y yo su marido. La bañé, la limpié y la perfumé. Os aseguro que así fue.


Habéis rendido culto a los ídolos, pero yo me olvidaré de vuestras maldades; las limpiaré con agua pura.


Finalmente, Moisés tomó el aceite que se usa para la consagración y la sangre que estaba sobre el altar y roció con ello a Aarón y a sus hijos, rociando también sus trajes sacerdotales.


Cuando salisteis de Egipto, yo os prometí que mi espíritu siempre os acompañaría. Ese es el pacto que hice con vosotros; así que no tengáis miedo.


Yo hice un pacto contigo, y lo sellé con sangre; por eso rescataré a tus presos del pozo seco donde ahora están.


Esto es mi sangre, y por medio de ella Dios hace un pacto con todos vosotros. Esta sangre va a ser derramada en favor de muchos para perdonar los pecados.


Jesús les dijo: —Esto es mi sangre que va a ser derramada por todos vosotros y por medio de la cual Dios hace un pacto con vosotros.


Cuando terminaron de cenar, Jesús tomó otra copa con vino y dijo: —Este vino es mi sangre derramada por vosotros. Con ella, Dios hace un nuevo pacto con vosotros.


Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: «Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace un nuevo pacto con vosotros. Cada vez que bebáis esta copa, hacedlo recordando lo que yo hice».


Por la muerte de su Hijo, Dios perdonó nuestros pecados y nos liberó de toda culpa. Esto lo hizo por su inmenso amor. Y derramando abundantemente sobre nosotros su gracia y llenándonos de sabiduría y conocimiento,


Nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Horeb.


¡Imaginaos entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios y los que dicen que su muerte no sirve para nada! Los que hacen eso insultan al Espíritu de Dios que los ama, y menosprecian la muerte de Cristo, es decir, el nuevo pacto por medio del cual han sido consagrados a Dios.


El Dios de paz resucitó a nuestro Señor Jesús, y por medio de la sangre que Jesús derramó al morir, hizo un pacto eterno con nosotros que somos su rebaño y él es nuestro gran Pastor. Por eso le pido al Dios de paz que haga que seáis perfectos en todo y que Jesucristo os ayude a cumplir la voluntad de Dios haciendo lo que le agrada. ¡Que Jesús reciba la gloria por siempre! Amén.


Así fue como aquel día Josué y el pueblo reafirmaron en Siquén su pacto con Dios, un pacto que incluía leyes y mandamientos que el pueblo debía obedecer.


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