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Éxodo 23:20 - Biblia Lenguaje Básico

20 Dios también les dijo: Yo enviaré a mi ángel para que te proteja y te guíe en el camino que habrás de seguir para llegar al lugar que te he preparado.

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Biblia Reina Valera 1960

20 He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 »Mira, yo envío un ángel delante de ti para que te proteja en el viaje y te lleve a salvo al lugar que te he preparado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Ya estoy enviando a mi Angel delante de ti para que te proteja en el viaje, hasta introducirte en el lugar que te he preparado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 He aquí, Yo envío mi ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que he preparado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Enviaré un ángel delante ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te he preparado.

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Éxodo 23:20
26 Referans Kwoze  

Ese día, Dios hizo un pacto con Abrán, y le dijo: —Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates.


Entonces mi amo dijo: «Toda mi vida he obedecido a Dios; así que él enviará su ángel para que te acompañe y haga que tengas éxito en tu viaje. Pero tú debes buscarle a mi hijo una mujer entre mis familiares.


Cuando el Dios del cielo me pidió que dejara la casa de mi padre y mi país, me prometió bajo juramento que esta tierra se la daría a mis descendientes. Así que él enviará delante de ti a su ángel, para que encuentres allí una mujer para mi hijo.


También ha enviado a su ángel para librarme de muchos peligros. Yo le pido que bendiga a estos dos muchachos. Que por medio de ellos sea recordado mi nombre, el de mi abuelo Abrahán y el de mi padre Isaac. Que su descendencia se multiplique sobre la tierra.


Dios mismo ha ordenado a sus ángeles que me cuiden por dondequiera que vaya.


Entonces los israelitas avanzaron en dirección al mar. Mientras tanto, el ángel de Dios, que iba delante de ellos, fue y se colocó detrás, situándose entre los israelitas y los egipcios. Lo mismo hizo la nube en forma de columna que marchaba delante de los israelitas


Terror y espanto cayó sobre ellos, tu gran poder los dejó inmóviles como piedras hasta que pasó, oh Dios, el pueblo que tú habías elegido.


Tú, oh Dios, los llevarás al monte que elegiste para ti, a la santa morada que hiciste para ti, la casa que tú mismo construiste.


Mi ángel te llevará al país de Canaán, donde ahora viven muchos pueblos, que destruiré por completo.


Así que vete y lleva este pueblo al país que prometí darles. Mi ángel te guiará. Pero cuando llegue el momento indicado, los castigaré por lo que han hecho.


Dios le contestó: —Yo mismo voy a acompañarte y te guiaré al lugar donde encontrarás descanso.


Enviaré a mi ángel delante de ti y él expulsará de allí a todos los pueblos que habitan esa tierra.


Ese día destruiré a cualquier nación que ataque a Jerusalén. De tal manera protegeré a sus habitantes que los más débiles entre ellos se sentirán tan poderosos como David; además, los descendientes de David volverán a gobernar como si mi propio ángel los dirigiera.


Pues mirad —dice el Dios todopoderoso—, yo voy a enviar un mensajero para que me prepare el camino. Es el mensajero del pacto a quien vosotros buscáis y deseáis, y que llegará a mi Templo cuando menos lo esperéis. Mi mensajero ya viene. Pero, cuando llegue, nadie va a poder resistir su presencia. ¡Ese día nadie va a poder mantenerse en pie! Mi mensajero es como el fuego que purifica los metales; es como el jabón que limpia la suciedad.


Entonces pedimos ayuda a Dios, y él nos escuchó y mandó a un ángel para que nos sacara de Egipto. Y aquí nos tienes ahora. Estamos en la ciudad de Cadés, en la frontera misma de tu país.


Una vez en marcha, Dios se enfureció con Balaán por haberse ido con ellos. Por eso, el ángel de Dios se puso en medio del camino para no dejarlo pasar. Balaán iba montado en su burra, y sus dos ayudantes iban con él.


Entonces yo, el Rey, diré a los buenos: «¡Mi Padre os ha bendecido! ¡Venid, participad del reino que mi Padre os tiene preparado desde antes de la creación del mundo!


Después de esto, volveré para llevaros conmigo y estar de nuevo juntos.


con las siguientes palabras: «Nuestro Dios viene del monte Sinaí; su luz llega desde Edom. Desde los montes de Parán avanza el brillo de su presencia, y llega hasta Meribá, en Cadés, trayendo el fuego de la ley en su mano derecha.


Nuestro Dios nos prometió: «Yo haré retroceder a vuestros enemigos. A medida que vayáis avanzando, expulsaré a vuestros enemigos y vosotros os apoderaréis de sus tierras».


Cierto día, cuando todavía estaban acampados cerca de Jericó, Josué vio de pie, delante de él, a un hombre con una espada en la mano. Josué se acercó y le preguntó: —¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?


—Ni lo uno ni lo otro —respondió el hombre—. Yo soy el jefe del ejército de Dios. Y aquí me tienes. Josué cayó de rodillas y con gran reverencia se inclinó tocando el suelo con la frente y le dijo: —Estoy a tus órdenes. Haré cualquier cosa que me pidas.


Entonces Dios dijo a Josué: —Voy a poner en tus manos a Jericó, a su rey y a sus mejores soldados.


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