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Éxodo 20:24 - Biblia Lenguaje Básico

24 Cuando hagas un altar para adorarme, hazlo de tierra, y sacrifica sobre él tus ovejas y tus toros. Y ofrece también los sacrificios en los que se quema la ofrenda para el perdón del pecado del pueblo, y las ofrendas que demuestra su deseo de estar en paz conmigo y con los demás. Yo vendré al lugar que elija para que te acuerdes de mí, y te bendeciré.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 »”Háganme un altar de tierra y ofrézcanme sus sacrificios: sus ofrendas quemadas y ofrendas de paz, sus ovejas y cabras y su ganado. Constrúyanme un altar donde yo determine que recuerden mi nombre, y allí me presentaré ante ustedes y los bendeciré.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 A mí me harás un altar de tierra y sobre él ofrecerás tus sacrificios de comunión, tus ovejas y vacas; vendré a ti y te bendeciré en todo lugar en que yo haya revelado mi Nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Para mí, harás un altar de tierra y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tu rebaño y tu ganado. En todo lugar donde Yo haga recordar mi Nombre, vendré a ti y te bendeciré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Me levantarás un altar de tierra y ofrecerás en él tus holocaustos y sacrificios de comunión, tu ganado menor y mayor. En todo lugar donde yo conmemore mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

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Éxodo 20:24
44 Referans Kwoze  

Con tus descendientes formaré una gran nación. Voy a bendecirte y hacerte famoso, y servirás de bendición para otros.


Alguien fue a decirle a David: —Como Obededón tiene en su casa el Arca del pacto, Dios lo ha bendecido a él y a su familia, aumentando sus riquezas. Entonces David fue a la casa de Obededón para llevarse el Arca a Jerusalén. Organizó una gran fiesta para el traslado y,


escúchalos desde el cielo, que es el lugar donde tú habitas. Dales todo lo que te pidan, para que todos los pueblos del mundo te conozcan y respeten como lo hace tu pueblo Israel. Así sabrán que este Templo, que yo he construido, es el lugar donde debe ser adorado.


y le dijo: —He escuchado tus oraciones y tus ruegos. Este Templo, que tú has edificado, lo he dedicado a mi nombre y en él viviré para siempre. Lo cuidaré y no dejaré de protegerlo ni un momento.


Entonces Naamán le dijo: —Está bien, pero permíteme llevar toda la tierra de Israel que pueda cargar en dos mulas, porque de ahora en adelante voy a ofrecer sacrificios y ofrendas solo a Dios. No se los ofreceré a ningún otro dios.


De hecho, Roboán recuperó su poder y siguió reinando en Jerusalén, que era la ciudad que Dios había elegido de entre todas las tribus de Israel, para vivir en ella. Roboán tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que Dios había elegido entre todas las tribus de Israel para establecer en ella su morada. La madre de Roboán se llamaba Naamá, y era amonita.


Sin embargo, ahora he elegido a Jerusalén como mi lugar de residencia, y te elegí a ti, David, para que gobiernes a mi pueblo Israel».


¡Y que Dios, que escogió a Jerusalén para habitar en ella, aniquile a cualquier rey o nación que se atreva a desobedecer esta orden, o intente destruir el Templo de Dios! Esta orden deberá cumplirse al pie de la letra». Darío, rey de Persia


Pero también dijiste que si nos arrepentíamos y obedecíamos tus mandamientos, aunque hubiéramos sido deportados al último rincón del mundo, tú nos volverías a reunir y nos traerías al lugar que has elegido para que te adoremos.


Ciudad de Jerusalén, ¡aquí nos tienes! ¡Ya llegamos a tus puertas!


¡Que Dios te bendiga desde su Templo en el monte Sion! ¡Que veas prosperar a Jerusalén todos los días de tu vida!


¡Que Dios, creador del cielo y de la tierra, os bendiga desde su Templo!


No respetaron tu Templo, sino que le prendieron fuego.


En Judá se conoce a Dios; en Israel se reconoce su fama.


sino que eligió a la tribu de Judá y a su amada Jerusalén.


Moisés le contestó: —De ningún modo. También nuestras vacas y ovejas deben ir con nosotros. Ni un solo animal debe quedarse, porque con ellos tenemos que dar culto a Dios. Además, no sabemos cuántos sacrificios tendremos que hacer, ya que es Dios quien nos lo dirá cuando lleguemos allí.


Enseguida Jetró ofreció un cordero en honor de Dios y también le presentó otras ofrendas. Después de eso, Aarón y los jefes de Israel celebraron un banquete con Jetró, el suegro de Moisés, en presencia de Dios.


Cuando quieras hacerme un altar de piedra, no cortes las piedras con ninguna herramienta, porque si las cortas con herramientas, dejarán de ser apropiadas para un altar.


Moisés escribió allí todo lo que Dios le dijo. Al día siguiente, se levantó muy temprano y construyó un altar al pie del monte. Además, colocó doce piedras que representaban a las doce tribus de Israel.


Luego ordenó a unos jóvenes israelitas que ofrecieran a Dios unos novillos como ofrenda de paz.


También quiero que hagas un altar de madera de acacia. Hazlo de forma cuadrada, de dos metros y veinticinco centímetros por lado, y de un metro y veinticinco centímetros de altura.


A ti te agradan, Dios nuestro, los que hacen el bien con alegría y se comportan rectamente. Tú estás airado con nosotros porque desde hace tiempo hemos pecado y te hemos ofendido. Pero te obedeceremos y tú nos salvarás.


deberá ofrecérmelo a la entrada de la Tienda del encuentro. Si no lo hace, será expulsado del pueblo.


En todas las naciones del mundo hay quienes reconocen mi grandeza, y por eso me presentan ofrendas aceptables.


Porque donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.


Enseñadles a cumplir todo lo que yo os he enseñado. Y sabed que estaré siempre con vosotros, hasta el fin del mundo.


Entonces llevaréis también a ese lugar que Dios elija para habitar en él, todas las ofrendas establecidas; los sacrificios que deben ser quemados en su honor, la décima parte de vuestras ganancias, vuestras aportaciones voluntarias y todo aquello que hayáis prometido a Dios.


En caso de que el lugar elegido por Dios para habitar en él quede lejos, podréis matar alguna de vuestras vacas u ovejas que Dios os haya dado y, según está mandado, comer en vuestras ciudades lo que os apetezca.


Dios elegirá un lugar para vivir entre vosotros, y allí deberéis ir para adorarlo, llevando las ofrendas que quemaréis en su honor. Allí llevaréis también la décima parte de todo lo que ganéis, además de las ofrendas voluntarias, las primeras crías de vuestras vacas y ovejas, y cualquier otra ofrenda que hayáis prometido presentarle.


Comeréis esa décima parte del trigo, del vino y del aceite que hayáis cosechado junto con las primeras crías de tus vacas y ovejas, en presencia de vuestro Dios y en el lugar que él haya elegido para habitar en él. Así aprenderéis a respetar a vuestro Dios durante toda vuestra vida.


deberéis entregar a Dios los primeros frutos de todo lo que hayáis sembrado. Los pondréis en una cesta y los llevaréis al lugar que Dios ha escogido para habitar en él.


Dios os bendecirá, os amará, y os convertirá en un gran pueblo. A vuestros hijos los hará felices y les dará trigo, vino y aceite en abundancia. Además, hará que tengáis muchos ganados en la tierra que prometió dar a vuestros antepasados.


Deseo que en todas partes la gente deje de discutir y de odiarse y que, en lugar de eso, oren constantemente.


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