El día catorce del mes de Ziv empezó la celebración de la Pascua. Como muchos israelitas no se habían purificado, no pudieron matar el cordero de la Pascua y cumplir así un rito sagrado en honor de Dios. Por eso, los levitas tuvieron que hacerlo en lugar de toda esa gente. Muchos de los sacerdotes y levitas se sintieron avergonzados por no haberse preparado debidamente para la Pascua; así que lo hicieron lo antes posible para poder ofrecer en el Templo de Dios los sacrificios indicados. Luego ocuparon sus puestos y, siguiendo las instrucciones de la ley de Moisés, los levitas sacrificaban los corderos, les pasaban la sangre a los sacerdotes, y estos la derramaban sobre el altar.