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Éxodo 18:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Entonces Moisés salió a recibir a Jetró y, con mucho respeto, se inclinó ante él y le dio un beso. Cuando terminaron de saludarse, entraron juntos en la tienda de campaña,

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Biblia Reina Valera 1960

7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Entonces Moisés salió a recibir a su suegro. Se inclinó ante él y le dio un beso. Luego de preguntarse el uno al otro cómo les iba, entraron en la carpa de Moisés.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Moisés salió al encuentro de su suegro, le hizo una profunda reverencia y lo besó. Se preguntaron el uno al otro acerca de su salud y entraron en la tienda.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces Moisés salió a recibir a su suegro, se postró, y lo besó, y se preguntaron el uno al otro por su salud, y entraron en la tienda.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Salió Moisés al encuentro de su suegro, se postró, le besó, y después de los saludos, entraron en la tienda.

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Éxodo 18:7
23 Referans Kwoze  

Cuando Abrán volvía de haber derrotado a Codorlaomer y a sus reyes aliados, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el Valle del Rey.


De pronto, levantó la vista y vio a tres hombres cerca de donde él estaba. Enseguida corrió a su encuentro y se inclinó ante ellos tocando el suelo con la frente en señal de respeto,


Al caer la tarde, los dos ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad, y en cuanto los vio se levantó para saludarlos, hizo ante ellos una inclinación tocando el suelo con la frente en señal de respeto


En cuanto Labán supo que allí estaba Jacob, el hijo de su hermana, rápidamente salió a su encuentro y, tras abrazarlo y besarlo, se lo llevó a su casa. Una vez allí, Jacob le contó lo que había pasado.


¡Lo que has hecho es una locura! Ni siquiera un beso me dejaste darles a mis hijas y a mis nietos.


Cuando José llegó a su casa, se inclinaron tocando el suelo con la frente y le entregaron los regalos que le habían llevado. Después de saludarlos, José les preguntó si su padre, del que le habían hablado, aún vivía. Ellos le respondieron: —Así es, nuestro padre, tu siervo, todavía vive y está bien de salud.


Luego José besó a todos sus hermanos y lloró con ellos; fue en ese momento cuando sus hermanos se atrevieron a hablarle.


José mandó que le prepararan su carro y salió a encontrarse con su padre. En cuanto José lo vio, corrió hacia él y, abrazándose a su padre, estuvo llorando un buen rato.


y, cuando Urías llegó, David le preguntó cómo estaban Joab y el ejército, y cómo iba la guerra.


Así que Betsabé fue a hablar con el rey Salomón. El rey se levantó para recibir a su madre y, en señal de respeto, se inclinó delante de ella. Después se sentó en su trono y mandó que trajeran un sillón para Betsabé. Ella se sentó a la derecha de Salomón,


así evitaréis que se enfade, pues fácilmente se enfurece y podría quitaros la vida. ¡Felices los que en él confían!


Jetró envió a Moisés este mensaje: —Yo, tu suegro, vengo a visitarte en compañía de tu mujer y de tus hijos.


Moisés colocó una tienda fuera del campamento y la llamó «Tienda del encuentro». Si alguno quería hablar con Dios, salía del campamento y entraba en la Tienda.


Dios le dijo a Aarón: —Vete al desierto para encontrarte con Moisés. Aarón fue entonces al monte de Dios. Al encontrarse con Moisés, lo saludó con un beso.


Cuando Balac supo que Balaán se acercaba, salió a recibirlo a Ir Moab, ciudad que se encontraba en la frontera de su territorio limitada por el río Arnón.


Tú no me saludaste con un beso. Ella, en cambio, desde que llegué a tu casa no ha dejado de besarme los pies.


Todos comenzaron a llorar, y abrazaban y besaban a Pablo.


Los hermanos de esa iglesia ya sabían que nosotros íbamos a llegar, y por eso fueron a recibirnos al Foro de Apio y a un lugar llamado Tres Tabernas. Cuando los vimos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió muy animado.


Cuando Jefté regresó a su casa en Mispá, su única hija salió a recibirlo, bailando y tocando panderetas. Aparte de ella Jefté no tenía otros hijos;


David dejó lo que traía al cuidado de uno de los guardianes y se fue corriendo para saludar a sus hermanos.


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