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Éxodo 14:13 - Biblia Lenguaje Básico

13-14 Moisés les respondió: —¡Tranquilos, no tengáis miedo! No os preocupéis, pues vais a ver cómo vuestro Dios os va a salvar. A esos egipcios que hoy estáis viendo, no volveréis a verlos nunca más, porque Dios luchará por vosotros sin que tengáis que hacer nada.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Pero Moisés les dijo: —No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Moisés contestó al pueblo: '¡No se asusten, permanezcan firmes! Vean la obra de Yavé y cómo él los salva hoy. Miren a esos egipcios a los que nunca más volverán a ver.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero Moisés respondió al pueblo: ¡No temáis! ¡Estad firmes y ved la salvación de YHVH que Él hace hoy por vosotros, porque los egipcios que visteis hoy, no los volveréis a ver nunca más!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Moisés dijo al pueblo: 'No temáis; quedaos tranquilos y veréis la salvación que Yahveh llevará hoy a cabo en favor vuestro; pues a los egipcios que hoy veis, ya no los volveréis a ver más.

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Éxodo 14:13
36 Referans Kwoze  

Después de esto, Dios se le apareció a Abrán en una visión y le dijo: —Abrán, no tengas miedo. Yo soy quien te protege. Voy a premiarte generosamente.


Esa misma noche Dios se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios de tu padre Abrahán, y por él te voy a bendecir y aumentaré el número de tus descendientes. No tengas miedo, pues yo estoy contigo, te ayudaré en todo.


Entonces Dios le dijo: —Yo soy el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque yo voy a ir contigo. Te convertiré en una gran nación y te haré volver de nuevo a Canaán. Además, cuando mueras, José estará a tu lado.


¡Dios mío, sigo esperando tu ayuda!


Eliseo le respondió: —No tengas miedo. ¡Son más los que están con nosotros que los que están con ellos!


Eleazar se mantuvo firme en medio del campo y derrotó a los filisteos. Ese día, Dios les dio una gran victoria.


quien dijo: —¡Rey Josafat y todos los que vivís en Judá y en Jerusalén, escuchad bien esto! Dios dice que será él quien luche contra ese ejército tan numeroso, así que no os alarméis ni tengáis miedo. Mañana mismo ellos subirán por la cuesta de Sis; salid a encontrarlos donde termina el torrente que está frente al desierto de Jeruel. Pero no los ataquéis; quedaos quietos allí y seréis testigos de cómo Dios os salvará. No temas, pues, Judá, ni pierdas el ánimo, Jerusalén. Salid mañana a su encuentro, que Dios está con vosotros.


Nuestros antepasados sufrieron mucho en Egipto, pero tú te fijaste en ellos y escuchaste sus quejas a orillas del mar de los Juncos.


Actúa, Dios mío, y ponme a salvo. ¡Rómpeles la cara a mis enemigos! ¡Rómpeles los dientes a los malvados!


Tú eres un Dios que salva; ¡tú nos libras de la muerte!


les dio seguridad para que no tuvieran miedo, pero hizo que a sus enemigos se los tragara el mar.


Con mis propios ojos veré cómo los malvados reciben su merecido.


Así fue como aquel día Dios libró a los israelitas del poder egipcio. Los israelitas, entonces, pudieron ver los cuerpos muertos de los egipcios, tendidos a la orilla del mar.


Pero Moisés les dijo: —¡No tengáis miedo! Dios quiere poneros a prueba de manera que le respetéis y no cometáis ningún pecado.


un pueblo animoso que vive en paz porque ha puesto en Dios su confianza.


Por tanto, esto dice el Santo de Israel: Convertíos, permaneced en calma, y alcanzaréis la salvación; confiad en mí, estad tranquilos y quedaréis a salvo. Pero vosotros me rechazáis y decís;


y decid a los cobardes: «¡Animaos, no tengáis miedo! Dios viene a salvaros, y a castigar a vuestros enemigos».


Solo yo soy Dios, solo yo puedo salvaros.


Allí dirás al rey lo siguiente: «Ten cuidado, pero no te asustes; el rey Resín y el rey Pécaj están furiosos, pero no les tengas miedo, pues no son más que un fuego que solo echa humo y pronto se apaga.


De nada nos sirve ir a las colinas, ni lanzar nuestros gritos en las montañas. Solamente en ti, Dios nuestro, hallaremos nuestra salvación.


Esperemos, pues, con paciencia que Dios venga a salvarnos;


Solo tendré compasión de los habitantes del reino de Judá. Yo mismo los salvaré, y para ello no necesito soldados a caballo ni arma alguna de guerra.


Así dice Dios a su pueblo: «Israel, yo soy tu Dios; no tienes otro salvador». Yo he sido tu único Dios desde que estabas en Egipto.


Israel, yo soy tu única ayuda, pero ahora voy a destruirte.


Saliste a rescatar a tu pueblo y al rey que tú elegiste. Destrozaste al jefe de esos malvados y acabaste por completo con su reino.


Arde, oh Dios, tu ira contra los ríos y se enciende tu cólera contra el mar; por eso montas sobre tus caballos y subes victorioso a tus carros de combate.


Lo importante es que no os rebeléis contra Dios ni tengáis miedo de la gente que vive en ese territorio. Será muy fácil vencerlos, porque ellos no tienen quien los proteja. Nosotros, en cambio, contamos con la ayuda de nuestro Dios. ¡No tengáis miedo!


El ángel dijo a las mujeres: —No os asustéis. Sé que estáis buscando a Jesús, el que fue crucificado.


«Escuchadme, israelitas, hoy vais a luchar contra vuestros enemigos, pero no tengáis miedo. ¡Apartad la cobardía, y sed valientes!


Pero Saúl dijo: —En un día como este no vamos a matar a nadie, porque hoy Dios nos ha librado de nuestros enemigos.


Y ahora preparaos a contemplar el gran prodigio que Dios va a hacer ante vosotros.


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