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Ester 4:4 - Biblia Lenguaje Básico

4 Cuando las sirvientas y los guardias personales de la reina Ester le contaron lo que pasaba, también ella se angustió profundamente. Entonces le envió ropa a Mardoqueo para que se quitara la ropa áspera, pero él no quiso.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Cuando las doncellas y los eunucos de la reina Ester se le acercaron y le contaron lo de Mardoqueo, ella se angustió profundamente. Le envió ropa para reemplazar la tela áspera, pero él la rechazó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Cuando Ester se enteró de todo eso por medio de sus damas y de sus eunucos, quedó horrorizada. Mandó ropa a Mardoqueo para que se la pusiera en vez del saco, pero éste se negó.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Cuando las doncellas de Ester y sus eunucos le informaron, la reina se estremeció° en gran manera. Luego envió vestiduras para que se las vistiera Mardoqueo, y se quitara de encima su saco,° pero él no lo aceptó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Las doncellas de Ester y sus eunucos entraron a comunicárselo; y la reina sintió inmensa angustia. Mandó vestidos para que se los pusiera Mardoqueo y se quitara el sayal, pero él no los aceptó.

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Ester 4:4
10 Referans Kwoze  

Todos sus hijos fueron a consolarlo, pero él no quería que lo consolaran. Por el contrario, seguía llorando y decía que seguiría de luto hasta reunirse con su hijo José en el reino de los muertos.


Jehú miró hacia la ventana y preguntó: —¿Hay alguien aquí que esté de mi parte? Dos o tres oficiales del palacio se asomaron para verlo.


Cuando se conocieron las órdenes del rey en las distintas provincias, los judíos se angustiaron mucho. No comían nada, lloraban amargamente y la mayoría de ellos se acostó sobre ceniza y se puso ropa áspera.


Luego Ester llamó a Atac, uno de los guardias que el rey había puesto a su servicio, y le ordenó que fuera a preguntarle a Mardoqueo qué le pasaba y por qué se comportaba así.


A Dios dirijo mis ruegos, a él clamo con voz fuerte para que me escuche.


Que no tenga que decir el extranjero que quiera servirme: "Dios me apartará de su pueblo"; ni que tenga tampoco que decir el hombre que no pueda tener hijos: "Soy como un árbol seco".


El Dios de Israel dice: Grandes llantos y lamentos oyó la gente de Ramá. Es Raquel que llora por la muerte de sus hijos y no quiere ser consolada.


Felipe obedeció. En el camino se encontró con un hombre que era ministro de Candace, reina de Etiopía, país en donde era muy importante, pues era el tesorero de la reina. Este ministro había ido a Jerusalén a adorar a Dios, y ahora volvía a su país. Iba sentado en su carro, leyendo el libro del profeta Isaías.


exigiéndoos la décima parte de vuestras cosechas para dárselas a sus ayudantes y oficiales.


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