15-16 Mardoqueo, que era sobrino de Abijail, el padre de Ester, la había adoptado como hija. Ester se había ganado el aprecio de todos en el palacio. Así que, cuando le llegó el turno de presentarse ante el rey, se puso únicamente los adornos que Hegeo le aconsejó. Era el mes de Tébet, del séptimo año del reinado de Asuero.
15 Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían.
15 Ester era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. (Mardoqueo había adoptado como hija a su prima menor, Ester). Cuando a Ester le llegó el turno de ser llevada ante el rey, ella siguió el consejo de Hegai, el eunuco encargado del harén. No pidió nada aparte de lo que él le sugirió, y todos los que la veían, la admiraban.
15 Llegó el día en que Ester, hija de Abijail, el tío de Mardoqueo, su padre adoptivo, debía presentarse ante el rey. Ella no exigió nada fuera de lo que le había proporcionado Hegué, el eunuco del rey encargado de la custodia de las mujeres. Pues bien, todos los que la veían, encontraron a Ester deslumbrante.
15 Y cuando le tocó el turno de ir al rey a Ester, hija de Abihail, tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija suya, ella no solicitó cosa alguna, sino lo que había indicado Hegai, eunuco del rey y guardián de las mujeres, pues Ester hallaba gracia a los ojos de todos cuantos la veían.
15 Cuando a Ester, hija de Abijail, tío de Mardoqueo, que la había adoptado por hija, le llegó el turno para presentarse al rey, no pidió nada fuera de lo que le recomendó Hegué, eunuco del rey, guardián de las mujeres; pero Ester se ganaba el favor de cuantos la veían.
Cada joven se dirigía al palacio al atardecer, y a la mañana siguiente se retiraba a otra sección de las dependencias de las mujeres. Esta sección estaba a cargo de Saasgaz, otro hombre de confianza del rey. La joven en cuestión solo podía volver a presentarse ante el rey si este lo deseaba y la mandaba llamar por su nombre.
Ese mismo día el rey Asuero le regaló a la reina Ester la casa de Amán, el enemigo de los judíos. Y Mardoqueo se presentó ante el rey, pues Ester ya le había contado a Asuero que ellos eran parientes.
Por eso la reina Ester y Mardoqueo escribieron una segunda carta a los judíos, confirmando la primera carta en todo lo referente a la fiesta de Purim. Enviaron la nueva carta a todos los judíos que vivían en las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero, deseándoles, de paso, paz y bienestar.
pero mi paloma amada es una mujer singular; ¡es una mujer perfecta! Es la hija preferida de su madre. Hasta las mismas muchachas que la ven la felicitan; reinas y cortesanas no se cansan de alabarla.
y le ayudó a superar todos sus problemas; le dio sabiduría e hizo que se ganara el favor del faraón, rey de Egipto, quien lo nombró gobernador de todo Egipto y jefe de su palacio.