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Esdras 7:28 - Biblia Lenguaje Básico

28 Y fue Dios también quien hizo que el rey, sus consejeros y otros importantes cortesanos me trataran bien, y quien hizo que pudiera convencer a muchos dirigentes judíos para que regresaran conmigo a Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

28 e inclinó hacia mí su misericordia delante del rey y de sus consejeros, y de todos los príncipes poderosos del rey. Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios sobre mí, reuní a los principales de Israel para que subiesen conmigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 ¡Y alábenlo, porque me demostró tal amor inagotable al honrarme delante del rey, sus consejeros y todos sus poderosos nobles! Me sentí alentado, porque la bondadosa mano del Señor mi Dios estuvo sobre mí. Así que reuní a algunos de los líderes de Israel para que regresaran conmigo a Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 El hizo que el rey, sus consejeros y todos los altos funcionarios del rey estuvieran a favor de mis proyectos. Luego, lleno de entusiasmo, porque Yavé mi Dios estaba conmigo, reuní a los jefes de Israel para que partieran conmigo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 y extendió sobre mí su misericordia ante el rey y sus consejeros, y ante los poderosos gobernadores del rey! Y yo, fortalecido por la mano de YHVH mi Dios sobre mí, reuní a los jefes de Israel para que subieran conmigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 y que inclinó hacia mí la benevolencia del rey, de sus consejeros y de todos los altos oficiales del rey! Yo me sentí fortalecido, porque estaba conmigo la mano de Yahveh, mi Dios, y por eso reuní a los jefes de Israel para que subieran conmigo.

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Esdras 7:28
15 Referans Kwoze  

el desconocido dijo: —Pues ya no te vas a llamar Jacob. Ahora vas a llamarte Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.


Que el Dios todopoderoso haga que ese hombre tenga compasión de vosotros, y deje que Benjamín y su otro hermano regresen con vosotros. En cuanto a mí, si he de perder a todos mis hijos, tendré que aceptarlo.


Como Dios estaba protegiendo a los jefes judíos, el gobernador permitió que siguieran trabajando hasta que enviara su informe al rey Darío y recibiera su respuesta.


Yo, junto con mis siete consejeros, te envío para que averigües si la ley de Dios, que tú conoces a la perfección, se cumple en Judá y Jerusalén.


Esdras era un sacerdote y un maestro que conocía muy bien la ley que Dios había dado por medio de Moisés; la estudiaba constantemente, la cumplía y la enseñaba a los judíos. Como Esdras gozaba del poder divino, el rey Artajerjes le concedió todo lo que le pidió. Así Esdras logró salir de Babilonia el día primero del mes de Abib, durante el séptimo año del reinado de Artajerjes, y llegó a Jerusalén el día primero del mes de Ab de ese mismo año. Lo acompañaba un grupo de judíos, entre los que, además de sacerdotes y levitas, había cantores, guardianes y servidores del Templo de Dios. Esdras llevaba una carta del rey Artajerjes que decía así:


Esta es la lista de los cabezas de familia que volvieron de Babilonia con Esdras cuando gobernaba el rey Artajerjes:


Yo, Esdras, los reuní a todos junto al río que corre hacia Ahavá y acampamos allí tres días. Cuando pasé lista a la gente y a los sacerdotes, encontré que no había entre ellos ningún ayudante de la tribu de Leví.


Gracias a Dios, nos mandaron a Serebías, junto con sus hijos y hermanos; en total nos mandaron a dieciocho personas. Serebías era un hombre muy capaz, descendiente de Majli, un hombre de la tribu de Leví.


Aunque somos esclavos, no nos has abandonado. Tu amor por nosotros es tan grande que hiciste que los reyes de Persia nos permitieran volver para reconstruir tu Templo, que estaba en ruinas. ¡Aquí en Judá y en Jerusalén tú nos proteges!


Oh Dios, escucha mi oración y las oraciones de tus servidores cuyo único deseo es honrarte. Haz que el rey me reciba bien y que yo tenga éxito». En ese tiempo yo era copero del rey Artajerjes.


También le pedí una carta para Asaf, que era el encargado de cuidar los bosques del rey. Asaf debía entregarme madera para las puertas de la torre, que estaba cerca del Templo de Dios, y también para las murallas de la ciudad y para mi casa. El rey me dio todo lo que le pedí, porque la bondad de Dios estaba de mi parte.


Que nadie le trate con cariño ni tenga compasión de sus huérfanos.


De inmediato el rey hizo proclamar por toda la ciudad de Nínive: «Esta es una orden del rey y de sus ministros: Que nadie coma nada. Se prohíbe que la gente, las vacas y las ovejas coman o beban.


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