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Esdras 4:20 - Biblia Lenguaje Básico

20 También se comprobó que hubo en Jerusalén reyes poderosos que dominaron en la provincia al oeste del río Éufrates, a quienes se les pagaban toda clase de impuestos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

20 y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Reyes poderosos han gobernado Jerusalén y toda la provincia al occidente del río Éufrates, y han recibido tributos, derechos aduaneros y peajes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Poderosos reyes reinaron en Jerusalén en la provincia más allá del Río, a los que se les pagaba tributo, impuestos y peaje.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 y que en Jerusalem hubo reyes fuertes que dominaban toda la región de Más Allá del Río y que se les pagaban tributos, contribuciones e impuestos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Hubo en Jerusalén reyes poderosos que reinaron en todo el territorio de la Transeufratina, a los que se pagaban tributos, impuestos y gabelas.

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Esdras 4:20
23 Referans Kwoze  

Ese día, Dios hizo un pacto con Abrán, y le dijo: —Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates.


Salomón dominaba todos los reinos que había entre el río Éufrates y el país de los filisteos, hasta la frontera con Egipto. Ejercía su dominio sobre todos los reyes que había al oeste del río Éufrates, desde Tifsaj hasta Gaza. Todos estos reyes pagaban impuestos a Salomón y estuvieron sometidos a él durante toda su vida. Ello hizo que Salomón viviera en paz con todos los países de alrededor. Para atender a las necesidades de Salomón y su corte se necesitaban cada día seis mil seiscientos kilos de harina fina, trece mil doscientos kilos de harina corriente, cien ovejas, diez toros de los más gordos y otros veinte alimentados con hierba, además de los correspondientes ciervos, gacelas, corzos y aves bien gordas.


Luego puso gobernadores sobre los sirios de Damasco, y también estos tuvieron que reconocer a David como rey. Dios seguía haciendo triunfar a David por dondequiera que iba.


Cuando Adadézer, rey de Sobá, iba hacia Jamat para extender su dominio en la región del río Éufrates, David lo derrotó.


Luego puso gobernadores sobre los sirios de Damasco, y también estos tuvieron que reconocer a David como rey y empezar a pagarle impuestos. Y Dios hacía triunfar a David por dondequiera que iba. David se apoderó de los escudos de oro que llevaban los oficiales de Adadézer y los llevó a Jerusalén. También se llevó una gran cantidad de bronce de Tébaj y Cun, ciudades que gobernaba Adadézer. Con ese bronce Salomón hizo el gran recipiente de bronce, las columnas y todos los utensilios de bronce para el Templo.


Cuando todos los aliados de Adadézer vieron que David los había derrotado, hicieron la paz con David y quedaron a su servicio. Desde entonces los arameos no volvieron a ayudar a los amonitas.


Por el contrario, para estar en paz con Josafat, algunos de los filisteos le llevaban plata y otros regalos. De la misma manera, los árabes le llevaron siete mil setecientos carneros y la misma cantidad de chivos.


sin contar los impuestos que le pagaban los comerciantes, y el oro y la plata procedente de todos los reyes de Arabia y de los gobernantes del país.


También te hacemos saber que cuando ellos terminen de levantar la muralla y la ciudad esté reconstruida, no van a querer pagar ninguna clase de impuestos, por lo que el tesoro del reino sufrirá grandes pérdidas.


Queremos que su majestad sepa que si se reconstruye esa ciudad y se terminan de levantar sus murallas, ya no tendrás dominio sobre la provincia que está al oeste del río Éufrates».


y he ordenado que se haga una investigación. Y se ha comprobado, en efecto, que esa ciudad ya se había rebelado antes contra otros reyes y que en ella siempre ha habido alborotos.


Por lo tanto, ordeno detener la reconstrucción de la ciudad hasta que se reciban órdenes mías.


Tenéis que saber también que no debéis cobrar ninguna clase de impuestos a los sacerdotes o a los levitas; y tampoco a los cantores y guardianes, ni a ningún otro servidor del Templo de Dios.


Que extienda el rey su dominio de mar a mar y de oriente a occidente.


¡Pobrecita de ti, Jerusalén! Antes eras la más famosa de todas las ciudades. ¡Antes estabas llena de gente, pero te has quedado muy sola, te has quedado viuda! ¡Fuiste la reina de las naciones, pero hoy eres su esclava!


Era la más alta de las vides, sobresalía por encima de otros árboles y eran abundantes sus sarmientos; estos sarmientos eran además tan fuertes que con ellos se podían hacer los cetros para los reyes.


Cuando Jesús salió de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para el gobierno de Roma. Entonces Jesús le dijo: —Sígueme. Mateo se levantó y lo siguió.


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