19 Ellos prometieron firmemente separarse de sus mujeres, y ofrecieron un carnero como sacrificio para obtener el perdón de su pecado. De los descendientes de Imer:
Cuando Jehú marchó de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, que había ido a buscarlo. Jehú lo saludó y luego le preguntó: —¿Eres sincero conmigo, como yo lo soy contigo? Jonadab le contestó: —Por supuesto. Jehú le dijo: —Si es así, dame la mano. Jonadab le dio la mano, y Jehú lo ayudó a subir a su carro.
Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la Iglesia, se dieron cuenta de que Dios me había dado esa misión. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y, para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano.