5 Entonces los jefes de las tribus de Judá y de Benjamín sintieron que Dios los animaba a ir a Jerusalén para reconstruir su Templo. Y lo mismo sintieron los sacerdotes, levitas y muchos otros judíos.
5 Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.
5 Luego Dios movió el corazón de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de las tribus de Judá y de Benjamín, para que fueran a Jerusalén a reconstruir el templo del Señor.
5 Entonces se pusieron en camino los jefes de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos a los que Dios había abierto el espíritu para ir a reconstruir el Templo de Yavé en Jerusalén.
5 Entonces se levantaron los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, todos aquellos cuyo espíritu había despertado Ha-’Elohim para que subieran a reconstruir la Casa de YHVH que está en Jerusalem.
5 Entonces, los cabezas de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos cuyo ánimo había despertado Dios, se mostraron dispuestos a subir, para reconstruir el templo de Yahveh en Jerusalén.
El primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, este rey dio la siguiente orden, de palabra y por escrito, a todos los habitantes de su reino: «Así dice Ciro, rey de Persia: El Dios de los cielos me ha hecho rey de todas las naciones y me ha encargado que le construya un Templo en la ciudad de Jerusalén, que está en la región de Judá. Por tanto, todos los que sean de Judá, tienen mi permiso para ir a Jerusalén. ¡Y que Dios los ayude!». Con esta orden se cumplió lo que Dios había anunciado por medio del profeta Jeremías.
Era el primer año del gobierno de Ciro, rey de Persia. Este rey, impulsado por Dios y para que se cumpliera lo anunciado por medio del profeta Jeremías, dio la siguiente orden, de palabra y por escrito, a todos los habitantes de su reino:
«Esto dice Ciro, rey de Persia: “El Dios de los cielos, que es dueño de todo, me hizo rey de todas las naciones y me encargó que le construya un Templo en la ciudad de Jerusalén, que está en la región de Judá.
Todos los que decidan ir a Jerusalén para trabajar en la reconstrucción del Templo, recibirán de sus vecinos ayuda en dinero, mercancías y ganado. También recibirán ofrendas para el Templo de Dios”».
sin decir a nadie lo que Dios me había indicado hacer en favor de Jerusalén. Después me levanté de noche y salí acompañado por algunos hombres. No llevábamos más cabalgadura que la que yo montaba.
Así fue como el Dios todopoderoso puso en ellos el deseo de reconstruir su Templo. Veinticuatro días después, Zorobabel, gobernador de Judá, y Josué, jefe de los sacerdotes, junto con el resto del pueblo, comenzaron a reconstruirlo.
Querido hermano Gayo, no sigas el ejemplo de los que hacen el mal, sino el ejemplo de los buenos. El que hace el bien pertenece a la familia de Dios, pero el que hace el mal nunca ha visto a Dios.