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Esdras 1:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 «Esto dice Ciro, rey de Persia: “El Dios de los cielos, que es dueño de todo, me hizo rey de todas las naciones y me encargó que le construya un Templo en la ciudad de Jerusalén, que está en la región de Judá.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «Esto dice Ciro, rey de Persia: »“El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra. Me encargó construirle un templo en Jerusalén, que está en Judá.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Así habla Ciro, rey de Persia: Yavé, el Dios de los Cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y ahora me encarga que reconstruya su templo en Jerusalén de Judá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Así dice Ciro rey de Persia: Todos los reinos de la tierra me han sido dados por YHVH, Dios de los cielos, y Él mismo me ha encomendado que le construya Casa en Jerusalem, que está en Judá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 'Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén de Judá.

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Esdras 1:2
34 Referans Kwoze  

Pero, ¿podrás acaso, Dios mío, habitar en la tierra? Si la inmensidad de los cielos no es suficiente para contenerte, mucho menos lo será este Templo que te he construido.


Entonces los jefes de las tribus de Judá y de Benjamín sintieron que Dios los animaba a ir a Jerusalén para reconstruir su Templo. Y lo mismo sintieron los sacerdotes, levitas y muchos otros judíos.


Después, le pidieron permiso al rey Ciro para que los habitantes de Tiro y de Sidón cargaran sus barcos con madera de cedro del Líbano y la llevaran hasta el puerto de Jope. Pagaron a esta gente con bebida, aceite y toda clase de alimentos; en cuanto a los albañiles y carpinteros les dieron el dinero necesario para comenzar su trabajo.


Pero Zorobabel, Josué y los otros jefes judíos contestaron: —No podemos aceptar vuestra ayuda. Solo nosotros podemos reconstruir el Templo de nuestro Dios, porque así nos lo ordenó el rey Ciro de Persia.


Ciro le había dicho a Sesbasar que se hiciera cargo de los utensilios y los llevara a Jerusalén, donde debía reconstruirse el Templo de Dios, en el mismo lugar en que antes se encontraba.


Quiero que las ofrendas que se presenten sean agradables al Dios del cielo y que rueguen por mi vida y la de mis hijos.


«En el primer año de su reinado, Ciro ordena: Que se reconstruya el Templo de Dios en Jerusalén para que allí se ofrezcan sacrificios. El Templo tendrá veintisiete metros de largo, nueve metros de ancho y trece metros y medio de alto.


«El gran rey Artajerjes, saluda al sacerdote Esdras, maestro de la ley del Dios todopoderoso.


Cuando oí esto, me senté y rompí a llorar. Durante varios días estuve muy triste y no comí nada. Entonces dirigí a Dios esta oración:


«Dios grande, poderoso y temible. Tú mantienes tus pactos y eres fiel con quienes te aman y cumplen tus mandamientos.


¡Alabemos al Dios del cielo porque nunca deja de amarnos!


Dios mío, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya: le has devuelto a Israel su antigua felicidad;


El corazón del rey es como un río que Dios dirige adonde quiere.


Yo soy el Dios de Israel; yo hice venir del este al victorioso rey Ciro. Conforme avanza su ejército yo humillo a los reyes, y le entrego las naciones. Con sus armas en la mano, Ciro los ha borrado del mapa como a un puñado de polvo.


En cambio, hago que las palabras y los planes de mis servidores y mensajeros se cumplan y tengan éxito. Yo declaro que Jerusalén volverá a ser habitada y las ciudades de Judá serán reconstruidas; haré que desaparezca toda ruina.


Yo le digo a Ciro, el rey de Persia: "Tú vas a ser el pastor de mis ovejas, y harás lo que yo quiero". Digo también a Jerusalén: "Vas a ser reconstruida". Y al Templo le anuncio: "Serás reconstruido desde tus cimientos".


Así dice Dios a Ciro, su elegido: «Te he escogido y te guiaré para que domines a las naciones y derribes a los reyes de sus tronos. Haré que las ciudades se rindan ante ti y te abran sus puertas de par en par.


Así dice Dios: «El cielo es mi trono y sobre la tierra apoyo mis pies. ¿Cómo pretendéis construirme un templo para que yo viva en él?


Por eso diréis a los israelitas: Los ídolos que no han hecho ni el cielo ni la tierra están condenados a desaparecer.


Con mi gran poder hice la tierra, y a las personas y a los animales que viven en ella. Yo decido quién la gobierna.


Vosotros vais a vivir unos setenta años en Babilonia. Cuando se cumpla ese tiempo, os prometo que os haré volver a Jerusalén.


Daniel se quedó en Babilonia hasta un año después de la llegada del rey Ciro de Persia.


Solo Dios hace que se sucedan las estaciones y los años; a unos los hace reinar y a otros les quita del trono; él hace que los sabios entiendan y concede ciencia a los inteligentes.


Pero en el cielo hay un Dios que conoce todos los misterios y ha querido dar a conocer al rey lo que sucederá al final de los tiempos. Pues bien, yo te contaré el sueño y las visiones que has tenido mientras dormías:


Lo que Daniel le dijo al rey Nabucodonosor se hizo realidad.


Ante ti, nada podemos hacer los que vivimos en la tierra. Tú haces lo que quieres con los ejércitos del cielo y con los habitantes del mundo. Nadie puede oponerse a ti, ni pedirte cuentas por lo que haces.


sino que te has rebelado contra el Dios del cielo y has mandado traer las copas del Templo de Dios, y en ellas has bebido tú, majestad, junto con todos tus invitados y todas tus mujeres. Para colmo, en lugar de adorar al Dios que te hizo y que tiene poder sobre tu vida, has adorado a sus dioses. ¡Esos dioses no pueden ver ni oír ni pensar, pues están hechos de metal, madera y piedra!


Entonces el rey mandó que trajeran a quienes habían acusado a Daniel, y que los echaran al foso de los leones, junto con sus mujeres y sus hijos. Y enseguida los leones los atacaron y les rompieron los huesos. Antes de que tocaran el suelo, ya los habían despedazado.


Jonás respondió: —Soy hebreo y adoro al Dios soberano y creador de todas las cosas. Lo que está pasando es culpa mía, pues estoy huyendo de él.


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