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Efesios 4:28 - Biblia Lenguaje Básico

28 El que era ladrón, que deje de robar y trabaje con sus propias manos; así podrá ayudar a las personas necesitadas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego comparte generosamente con los que tienen necesidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 El que robaba, que ya no robe, sino que se fatigue trabajando con sus manos en algo útil y así tendrá algo que compartir con los necesitados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 El que hurtaba no hurte más, sino trabaje, haciendo con las propias manos lo bueno, para que tenga qué compartir con el que tiene necesidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 El que roba, que no robe más, sino al contrario, que trabaje haciendo el bien con sus propias manos, para que tenga algo que compartir con el necesitado.

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Efesios 4:28
33 Referans Kwoze  

aunque le pidas que te muestre el mal que has hecho y le prometas que no lo volverás a hacer,


No te dejarás dominar por el deseo de tener lo que otros tienen, ya sea su mujer, su sirviente, su sirvienta, su buey, su burro, o cualquiera de sus pertenencias.


Quien secuestre a otra persona, tanto si la vende como si la retiene en su poder, deberá morir.


Lo que rápidamente se gana, rápidamente se acaba; ahorra poco a poco, y un día serás rico.


Todo esfuerzo vale la pena, pero quien habla y no actúa acaba en la pobreza.


todo el día se lo pasa codiciando, mientras que la persona honrada siempre da con generosidad.


Quien no reconoce su pecado jamás prosperará, quien lo confiesa y se corrige alcanzará el perdón.


Porque si llego a ser rico, tal vez me olvide de ti y hasta me atreva a decir que no te conozco. Y si vivo en la pobreza, puedo llegar a robar y así ofender a mi Dios.


Ayuda siempre a los necesitados y no se desentiende de los pobres.


Robáis, matáis, cometéis adulterio, no cumplís lo que prometéis, rendís culto a Baal y adoráis a dioses extraños que no conocíais.


Entonces el ángel me explicó: —Este libro representa la maldición que pronto caerá sobre toda la tierra. En un lado está escrita la maldición que caerá sobre los ladrones. En el otro lado está la maldición que caerá sobre los que juran en falso.


Entonces Zaqueo se levantó y dijo a Jesús: —Señor, voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo. Y si he robado algo, devolveré cuatro veces esa cantidad.


Mostrad con vuestra conducta que realmente habéis dejado de pecar. No penséis que solo por ser descendientes de Abrahán os vais a salvar. Si Dios así lo quiere, hasta estas piedras las puede convertir en descendientes de Abrahán.


Entonces Jesús le dijo a Judas: —¡Déjala tranquila! Ella estaba guardando ese perfume para el día de mi entierro. En cuanto a los pobres, siempre los tendréis cerca de vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. En realidad, a Judas no le importaban los pobres; dijo eso porque era un ladrón y, como él era el encargado de cuidar el dinero de Jesús y de los discípulos, a veces se quedaba con parte de ese dinero.


Como Judas era el encargado de guardar el dinero del grupo, algunos pensaron que Jesús le había pedido que comprara lo necesario para la fiesta de la Pascua, o que repartiera dinero a los pobres.


Compartid lo que tengáis con los creyentes. Recibid en vuestros hogares a los que vengan de otras ciudades y países.


Nos cansamos trabajando con nuestras manos. Bendecimos a los que nos insultan. Cuando sufrimos, lo soportamos con paciencia.


Si realmente deseáis contribuir, Dios aceptará con agrado vuestras ofrendas, pues él no espera que demos lo que no tenemos.


Estas iglesias han pasado por muchas dificultades, pero están muy felices. Son muy pobres, pero han sido tan generosas que parecían ser ricas.


Siempre que nos sea posible, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los que forman la familia de la fe.


Mándales que hagan el bien, que se hagan ricos en buenas acciones. Recuérdales que deben dar y compartir lo que tienen.


Los nuestros deben aprender a hacer el bien, sobre todo cuando sea más necesario: de este modo se convertirán en personas útiles.


Esto es verdad y quiero que insistas en enseñarlo, para que los que creen en Dios se dediquen con entusiasmo a practicar el bien. Estas cosas son buenas y ayudan a todos.


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