En ese tiempo vi que algunos en Judá pisaban las uvas en sábado, para hacer vino y cargaban manojos de trigo sobre los burros. Y lo mismo hacían con los odres de vino, los cestos de uvas y de higos, y con toda clase de productos que traían a Jerusalén para venderlo. Entonces les llamé la atención por eso.
—Ciudadanos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros no somos dioses, somos simples hombres, como vosotros y hemos venido a anunciaros la buena noticia para que dejéis de hacer esas tonterías y os convirtáis a Dios que ha hecho el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.
Silas y Timoteo, que estaban en la región de Macedonia, viajaron hasta Corinto. Cuando llegaron, Pablo estaba totalmente dedicado a dar testimonio ante los judíos de que Jesús era el Mesías.
Mientras que algunos dicen: «Yo soy seguidor de Pablo», otros dicen: «pues yo no, yo lo soy de Apolo». Hay también otros que dicen: «Yo soy seguidor de Pedro», e incluso no faltan quienes dicen: «Yo sigo a Cristo».
Dios ha puesto todas las cosas bajo el poder de Cristo y lo ha nombrado jefe de la Iglesia. Cristo es, para la Iglesia, lo que la cabeza es para el cuerpo. De esta manera, con Cristo, que todo lo llena, también la Iglesia queda completa.
Así que no dejéis que nadie os condene, y menos esa gente que presume de adorar a los ángeles y que aparenta ser humilde. Dicen que tienen visiones, pero sus pensamientos son mundanos y están llenos de orgullo.
Y que nadie en este asunto se pase de la raya o se aproveche de su hermano. Ya os hemos advertido que el Señor castigará duramente a los que se comporten así.
Dios, Jesucristo y todos los ángeles que Dios ha elegido, sean testigos de esto que te digo: cumple todo lo que te he mandado hacer y sé justo con todos, sin tener favoritos.
Cuando Jesucristo venga como Rey, juzgará a todos, tanto a los que estén vivos como a los que estén muertos. Por eso pongo a Dios y a Jesucristo por testigos de lo que te mando.
Porque Dios os libró de ese modo de vida tan poco provechoso que aprendisteis de vuestros antepasados. Y bien sabéis que, para liberaros, Dios no pagó con oro y plata, que son cosas que no duran;
Porque ellos, para impresionar a la gente, dicen cosas bonitas que, en realidad, no sirven para nada. Prometiendo disfrutar de los placeres carnales, tratan de engañar a los que con mucho esfuerzo apenas han logrado alejarse del pecado.