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Efesios 2:13 - Biblia Lenguaje Básico

13 Pero ahora vosotros, que estabais lejos de Dios, os habéis acercado a él pues estáis unidos a Jesucristo por medio de su muerte en la cruz.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Pero ahora, en Cristo Jesús y por su sangre, ustedes que estaban lejos han venido a estar cerca.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero ahora en Jesús el Mesías, vosotros, que en un tiempo estabais lejos, fuisteis hechos cercanos por la sangre del Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Pero ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que una vez estabais lejos, habéis sido puestos cerca por la sangre de Cristo.

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Efesios 2:13
41 Referans Kwoze  

En cambio yo, más que persona parezco un gusano. Soy la burla de hombres y mujeres; todo el mundo me desprecia.


Los que se apartan de ti acabarán por ser destruidos; los que no te sean fieles acabarán perdiendo la vida.


Cuando llegue ese día, subirá al trono un descendiente de David, y juntará a todas las naciones. Su país alcanzará la fama y el poder.


Les diré a las naciones tanto del sur como del norte: "Devolvedme a mi pueblo; dejad que mis hijos y mis hijas, vuelvan de los lugares más lejanos.


Todos vienen de lejos, de todos los rincones del mundo.


Entonces haré que todos canten: "¡Paz al que está lejos, paz al que está cerca!". Porque yo —dice Dios— voy a sanarlos».


Porque así dice Dios: «Levanta los ojos, Jerusalén, y mira a tu alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; de muy lejos vienen familias enteras trayendo a sus hijos en brazos.


Son barcos que vienen de lejos y llegan hasta ti Jerusalén; primero llegan las naves de Tarsis trayendo a tus hijos con su oro y su plata; vienen para rendir homenaje al Dios Santo de Israel que te engrandece.


Entonces enviaré a algunos de los supervivientes de mi pueblo a Tarsis, a Libia y a Lidia, a Tubal, a Grecia, y a otros pueblos lejanos que no han oído hablar de mí ni conocen mi poder; los enviaré para que anuncien mi gloria entre esas naciones.


Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; cuando me encuentro en peligro, tú eres mi refugio. Desde los lugares más lejanos del mundo vendrán a ti las naciones y dirán: «Nuestros antepasados fabricaron dioses falsos que no sirven para nada y nos los dejaron como herencia».


También tengo otras ovejas, es decir, otros seguidores que no pertenecen todavía a este redil; también a estas tengo que traerlas a mi redil. Así mis seguidores formarán un solo grupo, y yo seré su único pastor.


Simón Pedro nos ha contado cómo Dios, desde un principio, eligió a los que no son judíos para que también ellos formaran parte de su pueblo.


Esta promesa de daros el Espíritu es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que nuestro Dios quiera salvar en otras partes del mundo.


Pero el Señor me dijo: «Vete ya, que voy a enviarte a países que están muy lejos de aquí».


Quiero que les hagas ver que deben pasar de las tinieblas a la luz, y también que deben renunciar a Satanás y convertirse a Dios, para que crean en mí y así reciban el perdón de los pecados y la herencia que corresponde a los que forman parte de mi pueblo».


Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados.


Dios os ha unido a Cristo Jesús, y gracias a esa unión ha hecho que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra salvación, nuestra liberación y nuestra santificación.


Entre nosotros, unos son judíos y otros no lo son. Algunos son esclavos y otros son personas libres. Pero todos fuimos bautizados por el mismo Espíritu Santo para formar una sola Iglesia y un solo cuerpo. A cada uno nos dio Dios el mismo Espíritu Santo.


Y algunos de vosotros erais así. Pero Dios os perdonó esos pecados, os limpió y os hizo parte de su pueblo. Todo esto fue posible por el poder del Señor Jesucristo y del Espíritu de nuestro Dios.


Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene de Dios. Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: que, por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos.


Así que no importa si sois judíos o no lo sois, si sois esclavos o libres, o si sois hombres o mujeres. Si estáis unidos a Jesucristo, todos sois iguales.


Queridos hermanos de Éfeso: A vosotros, que pertenecéis al pueblo santo de Dios, y que seguís creyendo en Jesucristo y vivís muy unidos a él, os envío mis saludos. Yo, Pablo, soy apóstol de Jesucristo porque Dios así lo ha querido.


Por la muerte de su Hijo, Dios perdonó nuestros pecados y nos liberó de toda culpa. Esto lo hizo por su inmenso amor. Y derramando abundantemente sobre nosotros su gracia y llenándonos de sabiduría y conocimiento,


Nosotros somos creación de Dios. Por nuestra unión con Jesucristo nos creó para que vivamos haciendo el bien, lo que Dios ya había planeado de antemano.


En ese tiempo seguíais el mal ejemplo de la gente de este mundo y estabais dominados por el poderoso espíritu que actúa en el universo y domina a las personas que son rebeldes a Dios.


Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él.


Por eso, cuando Dios hizo el primer pacto, se sacrificaron varios animales.


Porque Cristo murió una vez y para siempre para perdonar nuestros pecados. Él era bueno e inocente y sufrió por los pecadores para llevaros a Dios. Como hombre mortal, padeció la muerte, pero como espíritu volvió a la vida.


Y todos ellos cantaban un cántico nuevo que decía: —Solo tú mereces tomar el libro y romper sus sellos. Porque fuiste sacrificado, y con tu sangre rescataste para Dios a gente de toda raza, idioma, pueblo y nación.


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