11-12 Los judíos os llaman «los no circuncidados», pues habéis nacido fuera del judaísmo y ellos a sí mismos se llaman «los circuncidados», pues llevan en su cuerpo esa marca hecha por manos humanas. Vosotros no sois judíos y debéis recordar que antes no teníais a Cristo ni erais parte del pueblo de Israel. Tampoco formabais parte del pacto ni de la promesa que Dios hizo con su pueblo. Vivíais en medio del mundo sin Dios y sin esperanza.
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.
11 No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban orgullosos de la circuncisión, aun cuando esa práctica solo afectaba su cuerpo, no su corazón.
11 Acuérdense de que fueron gente pagana; los que se llaman a sí mismos circuncisos, por una circuncisión quirúrgica, los llamaban a ustedes incircuncisos.
11 Por tanto, acordaos de que anteriormente vosotros, los gentiles en la carne (los llamados incircuncisión por la llamada circuncisión, hecha por manos en la carne),
11 Recordad, pues, que entonces vosotros, los gentiles según la carne, los considerados incircuncisos por la llamada circuncisión, hecha con la mano en la carne,
Israelitas, habéis sido malvados y corruptos, pero no os castigaré como merecéis. Voy a trataros bien solo por honor a mí mismo. Y cuando recordéis vuestra mala conducta y todas las malas acciones por las que os rechacé, sentiréis asco de vosotros mismos. Entonces reconoceréis que yo soy el Dios de Israel, y que cumplo mi palabra.
Cuando Dios rechazó a algunos judíos, y a vosotros os aceptó en su lugar, llegasteis a formar parte del pueblo de Dios, y así recibisteis la vida eterna.
Así que los que obedecen la ley os juzgarán, aun cuando ellos nunca hayan sido circuncidados. Porque vosotros, aunque estéis circuncidados y tengáis la ley, nunca la habéis cumplido.
Y algunos de vosotros erais así. Pero Dios os perdonó esos pecados, os limpió y os hizo parte de su pueblo. Todo esto fue posible por el poder del Señor Jesucristo y del Espíritu de nuestro Dios.
En ese tiempo seguíais el mal ejemplo de la gente de este mundo y estabais dominados por el poderoso espíritu que actúa en el universo y domina a las personas que son rebeldes a Dios.
No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad y antes vosotros vivíais así, pues no lo conocíais. Pero ahora ya lo conocéis, y habéis pasado a la luz; vivid entonces como corresponde a quienes han pasado a ser luz.
Debes recordar que también tú fuiste esclavo en Egipto, y que yo te saqué de allí haciendo uso de mi gran poder. Por eso te ordeno que hagas del día séptimo, día de descanso en mi honor.
No olvidéis todo lo que os ha ocurrido desde que salisteis de Egipto hasta llegar a este lugar atravesando el desierto. Durante cuarenta años Dios os ha hecho sufrir, para saber si sois sinceros y estáis dispuestos a obedecer sus mandatos.
Nunca olvidéis esto: Desde el día en que salisteis de Egipto, hasta el día de hoy, siempre habéis sido rebeldes a Dios. Cuando estabais en el desierto, y también en el monte Horeb, hicisteis que Dios se enfureciera con vosotros y a punto estuvo de aniquilaros.
Los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que guiados por el Espíritu adoramos a Dios y estamos orgullosos de pertenecer a Jesucristo en lugar de confiar en nosotros mismos. Si la salvación dependiera de la circuncisión, yo podría sentirme más orgulloso que cualquiera,
Antes, estabais lejos de Dios y erais sus enemigos, pues pensabais y hacíais lo malo. Sin embargo, ahora Dios os ha hecho sus amigos por medio de la muerte de Cristo, su Hijo, que se hizo hombre. Dios lo hizo así para que pudierais presentaros ante él sin pecado y libres de culpa.
Al estar unidos a Cristo es como si también hubierais sido circuncidados con él, aunque no en vuestro cuerpo, y habéis sido liberados de vuestros pecados.
Antes, vosotros estabais muertos, pues erais pecadores y no formabais parte del pueblo de Dios. Pero ahora Dios os ha dado vida con Cristo, y os ha perdonado todos vuestros pecados.
Por eso, ya no importa si alguien es judío o no lo es, o si está circuncidado o no lo está. Tampoco tiene importancia si pertenece a un pueblo más o menos desarrollado, si es esclavo o libre. Lo que importa es que Cristo lo es todo y está en todos.
David preguntó a los que estaban junto a él: —¿Qué habéis dicho que dará el rey a quien mate a ese filisteo y devuelva la honra a Israel? Porque ¿es acaso alguien ese filisteo para desafiar a los ejércitos de Dios?
Y si el león o el oso se me echaban encima, yo los golpeaba y les daba muerte. Y eso mismo voy a hacer con ese filisteo que ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo.