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Eclesiastés 10:1 - Biblia Lenguaje Básico

1 Si una mosca muerta cae en un frasco de perfume, se echará a perder el perfume; si cometes la menor tontería, tu fama de sabio no te servirá para nada.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Así como las moscas muertas apestan todo un frasco de perfume, una pizca de necedad arruina gran sabiduría y honor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Una mosca muerta echa a perder todo el frasco de perfume; algunas locuras reducen a nada mucha sabiduría.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Una mosca muerta hace heder el perfume del perfumista. Así una pequeña locura al que es estimado como sabio y honorable.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Una mosca muerta echa a perder el ungüento del perfumista. Un poco de necedad pesa más que la sabiduría y la gloria.

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Eclesiastés 10:1
11 Referans Kwoze  

Entonces el profeta Jehú, hijo de Jananí, salió a recibirlo y le dijo: —¿Por qué has ayudado a un malvado, y te has hecho amigo de gente que odia a Dios? Dios está muy enfadado contigo.


Además, les recordé: —Habéis cometido el mismo pecado que cometió Salomón. Todo el mundo sabe que no hubo un rey como él entre todas las naciones y que Dios lo amó y lo puso como rey sobre Israel; pero sus esposas extranjeras le hicieron pecar.


Querían, pues, asustarme para hacerme pecar, y acusarme así de ser una mala persona.


¡Son tantas, que pesarían más que toda la arena del mar! No os sorprendáis al oírme hablar así.


En realidad, puede más la sabiduría que las armas de guerra, aunque un solo error puede causar mucho daño.


—Supongamos que alguien lleva en su manto un trozo de carne que ha sido consagrado a Dios. Si con los pliegues del manto toca sin querer algún otro alimento, ¿bastará eso para que también ese alimento quede consagrado a Dios? Todos los sacerdotes contestaron: —¡Por supuesto que no!


Entonces Ageo les hizo otra pregunta: —Supongamos ahora que alguien toca un cadáver, y que por tocarlo se contamina y ya no puede adorar a Dios. Si esa persona toca alguno de esos alimentos, ¿acaso también ese alimento queda contaminado y ya no sirve para ofrecerlo a Dios? Todos los sacerdotes contestaron: —¡Por supuesto que sí!


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