El primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, este rey dio la siguiente orden, de palabra y por escrito, a todos los habitantes de su reino: «Así dice Ciro, rey de Persia: El Dios de los cielos me ha hecho rey de todas las naciones y me ha encargado que le construya un Templo en la ciudad de Jerusalén, que está en la región de Judá. Por tanto, todos los que sean de Judá, tienen mi permiso para ir a Jerusalén. ¡Y que Dios los ayude!». Con esta orden se cumplió lo que Dios había anunciado por medio del profeta Jeremías.