4 Como los sabios hablaban arameo, le contestaron al rey en ese idioma: —¡Larga vida al rey! Estamos para servirte. Si el rey nos cuenta su sueño, nosotros le diremos lo que significa.
4 Entonces los caldeos respondieron al rey en lengua aramea: ¡Vive por siempre, oh rey! Di a tus siervos cuál fue ese sueño, y te haremos saber la interpretación.
Labán llamó al lugar Jegar Sadutá —es decir, Piedra del Testimonio—; Jacob, por su parte lo llamó Galaad y también Mispá —es decir, Atalaya—. Y es que, según Labán, el montón de piedras allí reunido había de servir como testimonio para recordarles el pacto sellado entre ambos. Y también para recordarles que Dios iba a vigilar si cumplían el pacto una vez que se hubieran separado. Labán dijo también a Jacob:
Sin embargo, al levantarse estaba tan preocupado que mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto. Les contó sus sueños, pero ninguno pudo decirle lo que significaban.
Porque él está celebrando una fiesta: ha matado toros, terneros y muchas ovejas, y ha invitado a los hijos del rey, al general Joab y al sacerdote Abiatar. Ahora mismo, mientras comen y beben, no cesan de gritar: «¡Viva el rey Adonías!».
Eliaquín, Sebná y Joaj dijeron al oficial asirio: —Por favor, no nos hables en hebreo. Háblanos en arameo, pues lo entendemos, y así no se enterarán todos los que nos están escuchando en la muralla.
Tiempo después hubo otro rey, llamado Artajerjes. Al principio de su reinado, Bislán, Mitrídates, Tabeel y sus demás compañeros le escribieron una carta en arameo que fue traducida al persa.
y le dije al rey: —¡Deseo que su majestad viva muchos años! La verdad es que sí estoy triste ¿y cómo no voy a estarlo si la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados permanece en ruinas y sus puertas siguen destruidas por el fuego?
Eliaquín, Sobná y Joaj dijeron al oficial asirio: —Por favor, no nos hables en hebreo. Háblanos en arameo, pues lo entendemos, y así no se enterarán todos los que nos están escuchando en la muralla.
Cuando hablan los falsos profetas, no dejo que se cumpla lo que ellos anuncian; demuestro que los adivinos no tienen razón, y convierto en puras tonterías la sabiduría de los seres humanos.
Eran tan verdes sus hojas y tan abundante su fruta, que podía alimentar a todos. Todas las aves del cielo hacían en él su nido y todos los animales del campo se cobijaban bajo su sombra; todos los seres vivientes se alimentaban de él.
Cuando la reina oyó los gritos de Baltasar y de sus consejeros, entró al salón del banquete y dijo al rey: —¡Larga vida al rey! ¡No te asustes ni palidezca tu cara!
Acudieron todos los sabios y adivinos que estaban al servicio del rey, pero ninguno de ellos entendía lo que estaba escrito, así que no podían explicárselo al rey.
Al llegar al foso llamó a Daniel con voz fuerte y a la vez triste: —¡Daniel, tú siempre has adorado al Dios de la vida! ¿Ha podido tu Dios salvarte de los leones?
Y toda la gente, tanto la que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba: «¡Sálvanos, descendiente de David! ¡Bendito tú, que vienes de parte de Dios! ¡Sálvanos, Dios altísimo!».
Entonces Samuel dijo a todo el pueblo: —¡Aquí tenéis al hombre elegido por Dios! ¡No hay nadie que se le compare! Los israelitas gritaron a una voz: —¡Viva el rey!