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Daniel 11:45 - Biblia Lenguaje Básico

45 Entonces pondrá su campamento entre el mar y la montaña santa, que está en la Tierra de Esplendor. Allí le llegará la hora de su muerte, y nadie podrá ayudarlo.

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Biblia Reina Valera 1960

45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

45 Se detendrá entre el glorioso monte santo y el mar y allí instalará sus carpas reales, pero mientras esté allí, terminará su tiempo de repente y no habrá quien lo ayude.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

45 Plantará las tiendas de campaña de su ejército entre el mar y las montañas del país de Belleza. Después de eso le tocará su fin y nadie lo socorrerá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

45 Y plantará los pabellones de su palacio entre los mares, junto al monte glorioso y santo, pero llegará a su fin, y no tendrá quien lo ayude.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

45 Instalará las tiendas de su campamento real entre el mar y el monte de la santa Magnificencia. Pero se acerca su fin y no habrá nadie que le ayude.'

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Daniel 11:45
29 Referans Kwoze  

Poderoso es nuestro Dios y merece nuestra alabanza. En el Templo del monte Sion habita nuestro Dios. En ese monte, alegría de toda la tierra, habita nuestro Dios, en él está la ciudad del gran rey.


Dios hará lo que ha planeado hacer contra el monte Sion y Jerusalén. Y una vez que lo haya cumplido, castigará al rey de Asiria por su orgullo y su arrogancia.


En mi monte santo de Jerusalén no habrá nadie que haga daño porque en aquel día todos conocerán a Dios, y ese conocimiento llenará todo el país, así como el agua llena el mar.


Te decías a ti mismo: "Voy a subir hasta el cielo, allí pondré mi trono por encima de las estrellas de Dios. Reinaré desde la montaña donde viven los dioses.


«En el futuro, el monte donde se encuentra el Templo de nuestro Dios estará sólidamente asentado y será el monte más importante. Allí vendrán muchos pueblos


Ese día sonará la gran trompeta. Todos los que estaban dispersos en el país de Asiria y en el país de Egipto, vendrán para adorar a Dios en la ciudad santa de Jerusalén.


El lobo y el cordero comerán juntos, el león comerá hierba igual que el buey, y la serpiente se alimentará de tierra. No habrá en toda Jerusalén nadie que haga daño a los demás. Así os lo aseguro yo, vuestro Dios».


Y ellos traerán de vuelta de todas esas naciones a vuestros hermanos que se encuentran allí. Los traerán como ofrenda especial para mí a lomos de caballos, de mulas o de camellos, o bien en todo tipo de carruajes; los traerán a mi santo Templo en Jerusalén, lo mismo que hacen los israelitas cuando presentan sus ofrendas en mi Templo. Así os lo aseguro yo, que soy vuestro Dios.


Yo haré que des la vuelta y vengas de las lejanas tierras del norte para que ataques a los montes de Israel.


El rey conquistador hará lo que quiera, y nadie se atreverá a hacerle frente. Destruirá todo lo que encuentre a su paso y se quedará en la Tierra del Esplendor.


También invadirá la Tierra del Esplendor, y matará a muchísimas personas; sin embargo, no les pasará nada a los que viven en Edom y Moab, ni a la mayoría de los que viven en Amón.


Pero desde el norte y desde el este le llegaron noticias que le asustaron mucho e hicieron que se pusiera en marcha dispuesto a sembrar la muerte por todas partes.


Todos los metales de la estatua se hicieron polvo como si fuera paja que el viento se lleva en verano. Sin embargo, la piedra que golpeó a la estatua se convirtió en una gran montaña. ¡Era tan grande que llenaba toda la tierra!


Pero ese rey será juzgado, perderá su poder y será totalmente destruido.


Será un rey muy astuto, y engañará a mucha gente. Se creerá el rey más importante, y matará a traición a gente que vivía tranquila. Se levantará en armas contra el Príncipe de príncipes, pero saldrá derrotado sin que intervenga ningún poder humano.


Mientras yo estaba orando por Jerusalén, y pidiendo perdón por mis pecados y los de mi pueblo,


A ese enemigo del norte, que se atrevió a atacaros, lo arrojaré al desierto; a los que venían al frente los ahogaré en el mar Muerto, y a los que venían atrás los ahogaré en el Mediterráneo. ¡Sus cadáveres despedirán un olor insoportable! Patria mía, ¡no tengas miedo! Al contrario, llénate de gozo, pues Dios hace grandes maravillas.


y gente de muchas naciones, y unos a otros se dirán: «Subamos al monte de Sion, al Templo del Dios de Israel; Dios mismo nos enseñará a obedecer sus mandamientos. Porque él será nuestro maestro desde el monte de Sion, desde la ciudad de Jerusalén.


Entonces de Jerusalén saldrá un río que nunca se secará. Sus aguas correrán en época de lluvia y en época de sequía; la mitad de sus aguas se vaciará en el mar Muerto, y la otra mitad en el mar Mediterráneo.


Ese hombre está en contra de Dios y de todo lo que está dedicado a Dios. Hasta pondrá su trono en el Templo de Dios, y afirmará que él mismo es Dios.


Después de eso, el malvado aparecerá y Satanás lo ayudará a engañar a muchos con señales y falsos milagros. Engañará con toda clase de mentiras a los que no quisieron amar y aceptar el verdadero mensaje de Jesucristo; mensaje que podría haberlos salvado del castigo que recibirán. Dios permitirá que ese hombre mentiroso y malvado los engañe, para que acepten lo que es falso. Así Dios castigará a todos los que no han querido creer en el verdadero mensaje y disfrutan haciendo el mal. Pero cuando el Señor Jesús vuelva con todo su poder y su gloria, destruirá con el soplo de su boca al hombre malvado y le quitará su poder.


Quien deba ir a la cárcel, a la cárcel será llevado; y quien deba morir por la espada, a filo de espada morirá. Esto significa que el pueblo de Dios debe aprender a soportar los sufrimientos y a seguir creyendo en Dios.


Este ángel capturó al dragón, aquella serpiente antigua que es el diablo, llamado Satanás, y lo encadenó durante mil años.


Ellos recorrerán todo el mundo y rodearán al pueblo de Dios y a su ciudad amada, pero bajará fuego del cielo y los quemará por completo.


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