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Daniel 11:40 - Biblia Lenguaje Básico

40 Cuando llegue el momento final, el rey del sur atacará al rey del norte, pero este responderá a los ataques. Saldrá contra él con carros de guerra, con todo un ejército montado a caballo y apoyado por muchos barcos. Caerá sobre el país y lo arrasará como si se tratara de una inundación.

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Biblia Reina Valera 1960

40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 »Luego, al tiempo del fin, el rey del sur atacará al rey del norte. El rey del norte saldrá precipitadamente en carros de guerra con sus conductores y una enorme armada. Invadirá varios territorios y los arrasará como una inundación.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 En los tiempos del fin, el rey del sur lo atacará; el rey del norte se lanzará contra él con sus carros, sus caballeros y numerosos barcos. Entrará por todos sus territorios, los invadirá y los atravesará.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Pero al tiempo del fin, el rey del sur arremeterá contra él, y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo y muchas naves, y entrará en los países y pasará sobre ellos como un torrente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 'En el tiempo del fin le hará frente el rey del mediodía, y el rey del norte se lanzará contra él, como un torbellino, con carros, jinetes y numerosas naves; llegará al país y lo invadirá como una inundación.

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Daniel 11:40
24 Referans Kwoze  

Mensaje sobre Babilonia: «Como las tormentas que vienen del sur, así atacará un ejército que viene del desierto.


Ya han preparado sus arcos y han afilado sus flechas. Los cascos de sus caballos son duros como las piedras; las ruedas de sus carros avanzan con rapidez.


Dios llegará en medio del fuego; sus carros son como un torbellino. Descargará sobre los enemigos su furor, su castigo será como fuego ardiente.


«¡Mirad cómo avanza el enemigo! ¡Parece el nubarrón de una tormenta! Sus carros de guerra y sus caballos son más veloces que las águilas; ¡hasta parecen un huracán! ¿Qué será de nosotros? ¡No tenemos escapatoria!».


Te pondré ganchos en la boca y te obligaré a entrar en batalla, junto con todo tu gran ejército. Tú vendrás con caballos y con jinetes bien equipados y armados hasta los dientes.


Pero tú llegarás con todos tus numerosos ejércitos y con los numerosos pueblos que son tus aliados; lo atacarás con violencia y como si fueras una inmensa nube oscura cubrirás toda la tierra.


Entonces los hijos del rey del norte se llenarán de furor y reunirán un gran ejército para luchar contra el rey del sur. Lo atacarán y llegarán hasta la fortaleza misma de ese rey. A su paso lo destruirán todo, como si fueran un río desbordado.


Ante este ataque, el rey del sur se enfurecerá, saldrá a luchar contra el ejército del rey del norte y lo derrotará por completo.


porque el rey del norte organizará otro ejército, más grande y mejor preparado que el primero, y después de algunos años volverá a atacar al rey del sur y lo vencerá.


Ese malvado derrotará por completo a los ejércitos enemigos, y también al príncipe con quien había hecho un tratado.


Sin embargo, se sentirá tan poderoso que, con su gran ejército, atacará al rey del sur. Pero el rey del sur se le enfrentará valientemente, apoyado por su ejército grande y poderoso. Sin embargo, este rey será traicionado y no podrá resistir los ataques de sus enemigos.


Para conquistar las ciudades amuralladas, pedirá la ayuda de dioses extranjeros. Y a todos los que lo reconozcan como rey, los recompensará con puestos muy importantes y con grandes territorios.


Un miembro de la familia del rey del sur luchará contra el ejército del rey del norte y lo vencerá; luego conquistará las fortalezas del rey del norte y lo controlará todo.


Y tú, Daniel, no digas nada de esto a nadie. Mantén cerrado el libro hasta que llegue la hora final, pues muchos estarán inquietos queriendo saber más.


Y me contestó: —A ti, Daniel, te toca llevar una vida normal. Nadie debe saber nada de todo esto hasta que llegue la hora final.


Cuando Gabriel se me acercó, yo me asusté tanto que caí al suelo. Pero él me dijo: —Lo que has visto, se hará realidad cuando llegue el fin del mundo.


Sus guerreros nos atacaron con la furia de una tempestad; querían dispersarnos y destruirnos entre gritos de victoria, como a un pobre que no puede defenderse. Pero tú los aniquilaste con sus propias flechas.


Entonces lanzaré contra ellos mis flechas que serán como rayos y marcharé contra ellos como una tormenta del desierto.


El sexto ángel vació su copa sobre el gran río Éufrates y el agua del río se secó para que pudieran pasar los reyes que venían de Oriente.


Y oí el número de los que peleaban montados a caballo: eran doscientos millones de soldados.


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