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Daniel 10:1 - Biblia Lenguaje Básico

1-3 Cuando Ciro llevaba ya tres años como rey de Persia, Daniel, llamado también Baltasar, tuvo una visión de una gran guerra. La visión era difícil de entender, pero Daniel se propuso entenderla, y consiguió comprender su mensaje. Durante tres semanas, yo Daniel, estuve muy triste. No comí carne ni tomé vino, ni probé nada de lo que me gustaba ni me puse ningún perfume hasta que pasaron las tres semanas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 En el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel (también llamado Beltsasar) tuvo otra visión. Comprendió que la visión tenía que ver con sucesos que ciertamente ocurrirían en el futuro, es decir, tiempos de guerra y de grandes privaciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 El tercer año de Ciro, rey de Persia, una palabra fue revelada a Daniel, de sobrenombre Baltasar. Este mensaje fidedigno se refería a una prueba grande. Daniel comprendió la palabra y recibió la explicación de la visión.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar. Palabra verdadera acerca de un gran conflicto. Y él comprendió la palabra y tuvo inteligencia en la visión.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 En el año tercero de Ciro, rey de Persia, le fue revelado a Daniel, por sobrenombre Baltasar, este mensaje: 'Verdad y gran combate'. Fijó su atención en el mensaje y se le descubrió su sentido mediante una visión.

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Daniel 10:1
28 Referans Kwoze  

Su majestad tuvo el mismo sueño en dos formas distintas; eso significa que Dios ha decidido hacerlo, y lo va a hacer muy pronto.


El primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, este rey dio la siguiente orden, de palabra y por escrito, a todos los habitantes de su reino: «Así dice Ciro, rey de Persia: El Dios de los cielos me ha hecho rey de todas las naciones y me ha encargado que le construya un Templo en la ciudad de Jerusalén, que está en la región de Judá. Por tanto, todos los que sean de Judá, tienen mi permiso para ir a Jerusalén. ¡Y que Dios los ayude!». Con esta orden se cumplió lo que Dios había anunciado por medio del profeta Jeremías.


Después, le pidieron permiso al rey Ciro para que los habitantes de Tiro y de Sidón cargaran sus barcos con madera de cedro del Líbano y la llevaran hasta el puerto de Jope. Pagaron a esta gente con bebida, aceite y toda clase de alimentos; en cuanto a los albañiles y carpinteros les dieron el dinero necesario para comenzar su trabajo.


Pero Zorobabel, Josué y los otros jefes judíos contestaron: —No podemos aceptar vuestra ayuda. Solo nosotros podemos reconstruir el Templo de nuestro Dios, porque así nos lo ordenó el rey Ciro de Persia.


Además, dieron dinero a algunos funcionarios del gobierno para que no los dejaran continuar con la reconstrucción. Esto sucedió durante los reinados de Ciro y los primeros años de Darío, reyes de Persia.


Animados por los profetas Ageo y Zacarías, los jefes judíos reanudaron la reconstrucción. Terminaron el edificio de acuerdo con lo que el Dios de Israel había indicado y según las órdenes de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia.


«En el primer año de su reinado, Ciro ordena: Que se reconstruya el Templo de Dios en Jerusalén para que allí se ofrezcan sacrificios. El Templo tendrá veintisiete metros de largo, nueve metros de ancho y trece metros y medio de alto.


Yo le digo a Ciro, el rey de Persia: "Tú vas a ser el pastor de mis ovejas, y harás lo que yo quiero". Digo también a Jerusalén: "Vas a ser reconstruida". Y al Templo le anuncio: "Serás reconstruido desde tus cimientos".


Estos cuatro jóvenes recibieron de Dios gran inteligencia y sabiduría para entender toda clase de libros y de ciencias. Además, Daniel entendía el significado de los sueños y las visiones.


Daniel se quedó en Babilonia hasta un año después de la llegada del rey Ciro de Persia.


pero el jefe de los sirvientes del palacio les cambió el nombre. A Daniel le puso Baltasar, a Ananías le puso Sadrac, a Misael le puso Mesac, y a Azarías le puso Abednegó.


Y ahora voy a explicarte lo que de verdad sucederá. Persia tendrá tres reyes. Después vendrá un cuarto rey, que será más rico que los tres anteriores. Será tan rico y poderoso que atacará al reino de Grecia.


Y tú, Daniel, no digas nada de esto a nadie. Mantén cerrado el libro hasta que llegue la hora final, pues muchos estarán inquietos queriendo saber más.


Y me contestó: —A ti, Daniel, te toca llevar una vida normal. Nadie debe saber nada de todo esto hasta que llegue la hora final.


Solo Dios hace que se sucedan las estaciones y los años; a unos los hace reinar y a otros les quita del trono; él hace que los sabios entiendan y concede ciencia a los inteligentes.


No había otro árbol más fuerte; se podía ver desde muy lejos y su copa llegaba hasta el cielo.


Ese joven puede explicar los sueños y las cosas más difíciles y misteriosas. Se llama Daniel, aunque el rey Nabucodonosor le cambió el nombre y le puso Baltasar. Llámalo y él te dirá qué significa esa escritura en la pared.


Daniel le contestó: —Yo puedo explicar al rey lo que significa la escritura en la pared, pero no tienes que hacerme ningún regalo ni darme ningún puesto importante.


El Dios de Daniel puede salvar y libertar, puede hacer grandes maravillas en el cielo y en la tierra. ¡Es el Dios que salvó a Daniel de las garras de los leones!


Entonces escuché una voz que venía del río Ulay y que decía a gritos: —Gabriel, explícale a este hombre lo que significa el sueño.


Ya te he explicado lo que viste acerca de los tres años y días. Eso va a suceder así. Pero tú no se lo digas a nadie, porque se hará realidad después de mucho tiempo.


Pero como no has creído que lo que te he dicho se cumplirá en su momento, no vas a poder hablar hasta que suceda lo que te he dicho.


Entonces alguien me dijo: —Escribe esto: «Felices sean todos los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero». Y luego añadió: —Esto lo dice Dios y él no miente.


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