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Cantares 5:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Me encontraron los guardias que vigilan la ciudad y me golpearon y me hirieron; los vigilantes de las murallas me quitaron el manto.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Los guardias nocturnos me encontraron mientras hacían sus rondas. Me golpearon y me lastimaron y me arrancaron el velo, aquellos guardias del muro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Me encontraron los centinelas los que andan de ronda por la ciudad, me golpearon y me hirieron. Me quitaron mi chal, los guardias de las murallas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Los guardas que rondan la ciudad me hallaron, Me golpearon y me hirieron. Los guardas de las murallas me despojaron de mi manto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Me encontraron los guardias, los que rondan la ciudad, me golpearon y me hirieron; me quitaron el velo, los que guardan las murallas.

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Cantares 5:7
25 Referans Kwoze  

Considero una muestra de amor que una persona justa me corrija; para mí, sus correcciones son como fino perfume. Yo solamente te pido que castigues a los malvados.


Me encontré con los guardias, que vigilaban la ciudad, y les pregunté si habían visto al amor de mi vida.


Al oír la voz de mi amado, sentí que me moría. Abrí la puerta a mi amado pero él se había marchado. Me dispuse a seguirlo: lo busqué y no lo encontré; lo llamé y no me respondió.


Muchachas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, decidle, por favor, ¡que estoy muriendo de amor!


Salomón tenía una viña, pues era un rey muy rico. Puso gente a su cuidado y al final de la cosecha cada uno le entregaba mil monedas de plata.


En tus murallas, Jerusalén, he puesto vigilantes que ni de día ni de noche permanecerán callados. Recordad sin descanso a Dios las promesas que os ha hecho.


Por eso el mensaje que os he dado por medio de mis profetas fue como un rayo destructor que os trajo la muerte; y es que lo que yo decido resplandece como la luz.


—Los fariseos y los maestros de la Ley son los encargados de enseñar la ley de Moisés.


Felices vosotros los que ahora sois odiados, insultados, rechazados y maldecidos por los demás por causa del Hijo del hombre.


Seréis expulsados de las sinagogas y llegará el día en que cualquiera que os mate creerá que está dando culto a Dios.


Tanto me preocupaba por cumplir la ley que perseguía a los miembros de la Iglesia. ¡Nadie puede culparme de no haber cumplido la ley!


Pongamos, pues, toda nuestra atención en Jesús, que es quien fundamenta y perfecciona nuestra fe y quien soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, le esperaba una existencia feliz. Y, efectivamente, ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


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