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Apocalipsis 9:4 - Biblia Lenguaje Básico

4 Luego, Dios les ordenó que no dañaran a la tierra, ni a los árboles ni a las plantas, sino solo a quienes no tuvieran en su frente la marca del sello de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Se les ordenó que no dañaran la hierba ni las plantas ni los árboles, sino solamente a las personas que no tuvieran el sello de Dios en la frente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Se les ordenó que no causaran daño a las praderas, ni a las hierbas, ni a los árboles, sino sólo a los hombres que no llevaran el sello de Dios en la frente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y les fue dicho que no hicieran daño a la hierba de la tierra, ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios en la frente.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Se les ordenó que no dañasen la hierba de la tierra, ni nada verde ni árbol alguno, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios sobre sus frentes.

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Apocalipsis 9:4
15 Referans Kwoze  

Tú siempre lo proteges a él y a su familia; cuidas todo lo que tiene, y bendices lo que hace. ¡Sus vacas y ovejas llenan la región!


Entonces Dios dijo al acusador: —Muy bien, haz lo que quieras con todo lo que tiene, pero a él ni lo toques. Dicho esto, el ángel acusador se retiró de la presencia de Dios.


—Muy bien, te dejaré que le hagas daño, pero no le quites la vida.


Así, cuando nuestro Dios recorra el país para quitar la vida a los primogénitos de los egipcios, verá la sangre en los marcos de vuestras puertas y pasará de largo. Dios no permitirá que muera ninguno de vosotros.


y le dio la siguiente orden: —Vete a recorrer la ciudad de Jerusalén y pon una marca en la frente de todos los que realmente estén tristes por las acciones tan odiosas que se cometen en la ciudad.


Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas, y harán cosas tan maravillosas que engañarán a la gente. Incluso, si pueden, engañarán a los que Dios ha elegido.


No hagáis que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en vosotros, para reconoceros cuando llegue el día de la liberación.


Entonces miré y vi al Cordero de pie en el monte Sion. Junto a él estaban ciento cuarenta y cuatro mil seguidores suyos, que tenían escritos en la frente los nombres del Cordero y del Padre.


Y de en medio de los cuatro seres vivientes oí una voz que decía: —El salario de todo un día de trabajo solo alcanzará para comprar un kilo de trigo o tres kilos de cebada. ¡Pero no eches a perder el aceite ni el vino!


Después de esto, vi cuatro ángeles que estaban de pie. Cada uno de ellos miraba a uno de los cuatro puntos cardinales. Estaban deteniendo al viento para que no soplara sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre los árboles. Estos cuatro ángeles habían recibido poder para dañar la tierra y el mar. Vi también a otro ángel, que venía del oriente, el cual tenía el sello del Dios que vive para siempre. Con ese sello debía marcar en la frente a todos los servidores de nuestro Dios. Ese ángel gritó con fuerte voz a los otro cuatro: —¡No dañéis la tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que hayamos marcado en la frente a los que sirven a nuestro Dios!


El primer ángel tocó la trompeta y desde el cielo cayeron granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemó la tercera parte de la tierra y también la tercera parte de todos los árboles y toda la hierba verde.


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