5 Entonces el ángel tomó el incensario y lo llenó con los carbones encendidos que estaban sobre el altar. Luego, lanzó todo sobre la tierra y por todos lados hubo un fuerte ruido de truenos, relámpagos y un temblor de tierra.
5 Entonces el ángel llenó el recipiente para quemar incienso con fuego del altar y lo lanzó sobre la tierra; y hubo truenos con gran estruendo, relámpagos y un gran terremoto.
Entonces Dios le dijo: —Sal de la cueva y permanece en pie delante de mí, en la montaña. En aquel momento Dios pasó por allí y, al pasar, sopló un viento muy fuerte que estremeció la montaña, y las piedras se hicieron pedazos. Pero Dios no estaba en el viento. Después del viento vino un terremoto. Pero Dios no estaba en el terremoto.
Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos; una nube oscura cubrió el monte, se oyó un fuerte toque de una trompeta y todos los israelitas que estaban en el campamento se echaron a temblar llenos de miedo.
Así pues, afilad las flechas y tened preparados los escudos, pues he decidido que los reyes de Media, destruyan por completo Babilonia. Los babilonios destruyeron mi Templo y ahora yo quiero vengarme de ellos.
tomará el hornillo lleno de brasas y dos puñados de incienso aromático y lo llevará todo detrás de la cortina que separa el Lugar Santo del Lugar Santísimo.
Dios hará esto para que podáis huir por en medio, pues el valle llegará hasta Asal. Huirán como en los días del terremoto, cuando Ozías era rey de Judá. Entonces vendrá mi Dios, junto con todos sus ángeles.
De repente, un fuerte temblor sacudió con violencia las paredes y los cimientos de la cárcel. En ese mismo instante, todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron.
Cuando terminaron de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de ese momento, todos proclamaban el mensaje de Dios sin ningún temor.
En ese mismo instante hubo un gran terremoto, que destruyó la décima parte de la ciudad, y siete mil personas murieron. Los supervivientes tuvieron mucho miedo y alabaron a Dios, que está en el cielo.
Entonces se abrieron las puertas del Templo de Dios, que está en el cielo, y dentro del Templo podía verse el arca de su pacto. Hubo relámpagos, un resonar de truenos, un gran terremoto y una fuerte granizada.
Después vino otro ángel con un incensario de oro y en ese incensario pusieron gran cantidad de incienso para que fuera ofrecido sobre el altar junto con las oraciones del pueblo de Dios.