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Apocalipsis 6:9 - Biblia Lenguaje Básico

9 Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar a las almas de los que habían sido asesinados por anunciar el mensaje de Dios y haberse mantenido fieles en su testimonio.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de todos los que habían muerto como mártires por causa de la palabra de Dios y por haber sido fieles en su testimonio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Cuando abrió el quinto sello, divisé debajo del altar las almas de los que fueron degollados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que les correspondía dar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar° las almas° de los que habían sido asesinados por causa de la palabra de Dios y por causa del testimonio que tenían.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Cuando abrió el quinto sello, vi al pie del altar las almas de los que habían sido degollados por causa de la palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron.

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Apocalipsis 6:9
21 Referans Kwoze  

Entonces Dios le dijo: —¿Por qué has matado a tu hermano? ¡Desde la tierra la sangre de tu hermano exige venganza y me pide que no la deje sin castigo!


Moja tu dedo en la sangre del ternero y unta con la sangre los salientes del altar. Con la sangre que quede rociarás la base del altar.


Seréis expulsados de las sinagogas y llegará el día en que cualquiera que os mate creerá que está dando culto a Dios.


Pero no nos sentimos tristes, aunque preferiríamos dejar este cuerpo para ir a vivir con el Señor.


Y si llega a suceder que soy sacrificado por el bien de vuestra fe, me sentiría feliz compartiendo esa alegría con vosotros.


Por lo tanto, no te avergüences de hablar bien de nuestro Señor Jesús. Tampoco te avergüences de mí, que estoy preso por servir a Jesucristo. Al contrario, tienes que estar dispuesto a sufrir conmigo, con las fuerzas que Dios te dará, por anunciar la buena noticia.


Ya falta poco para que yo muera y mi muerte será una ofrenda a Dios.


y donde están todos aquellos a quienes Dios ha tratado como a hijos primogénitos y a quienes ha dado el derecho de vivir en el cielo. Vosotros os habéis acercado a Dios, que juzgará a todo el mundo y os habéis acercado también a los espíritus de las personas que viviendo rectamente han alcanzado la perfección.


Juan, a su vez, da testimonio de que todo lo que ha visto es palabra de Dios y mensaje de Jesucristo.


Yo, Juan, soy vuestro hermano en Cristo. Comparto con vosotros los mismos sufrimientos y la misma paciencia esperando el reino de Jesucristo. Fui desterrado a la isla de Patmos por haber anunciado el mensaje de Dios y dar testimonio de Jesucristo.


Y del altar salió todavía otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y dijo con fuerte voz al ángel que llevaba la hoz afilada: —Empuña tu hoz afilada y vendimia los racimos del viñedo de la tierra porque las uvas ya están maduras.


Y escuché una voz que salía del altar y decía: —Sí, Señor Dios todopoderoso, tus castigos son correctos y justos.


Entonces me arrodillé a los pies del ángel para adorarle, pero él me dijo: —¡No lo hagas! Solo a Dios debes adorar, pues yo también le sirvo, igual que tú y que todos tus hermanos, los que siguen dando testimonio de Jesús. Porque dar testimonio de Jesús es lo mismo que anunciar su mensaje.


—Sé que vives en la ciudad donde Satanás tiene su trono, pero también sé que, a pesar de eso, me sigues siendo fiel y no has abandonado la fe. En esa ciudad, donde habita Satanás, mataron a Antipas, que siempre me sirvió con fidelidad, ¡y ni siquiera entonces dejaste de creer en mí!


Luego vi unos tronos y a los que estaban sentados sobre esos tronos se les dio poder para juzgar. Y vi también los que habían sido asesinados por mantenerse fieles a la enseñanza de Jesús y al mensaje de Dios. Ellos no habían adorado al monstruo ni a su estatua, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en las manos. Todos ellos volvieron a vivir y reinaron con el Mesías durante mil años.


Después vino otro ángel con un incensario de oro y en ese incensario pusieron gran cantidad de incienso para que fuera ofrecido sobre el altar junto con las oraciones del pueblo de Dios.


El sexto ángel tocó la trompeta y oí una voz que salía de en medio de los cuatro ángulos en forma de cuerno que tenía el altar de oro que estaba delante de Dios.


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