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Apocalipsis 5:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Entonces vi un Cordero cerca del trono. En el cuerpo llevaba las marcas de haber sido sacrificado. Estaba de pie, rodeado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos que son los siete espíritus de Dios, enviados para recorrer toda la tierra.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Entonces vi a un Cordero que parecía que había sido sacrificado, pero que ahora estaba de pie entre el trono y los cuatro seres vivientes y en medio de los veinticuatro ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos que representan los siete aspectos del Espíritu de Dios, el cual es enviado a todas las partes de la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Entonces vi esto: entre el trono con sus cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro ancianos un Cordero estaba de pie, a pesar de haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un cordero° en pie, como inmolado,° que tenía siete cuernos y siete ojos,° que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero en pie, como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios que recorren toda la tierra.

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Apocalipsis 5:6
35 Referans Kwoze  

Ese hombre recibió honra y poder para reinar sobre todo el mundo. Pude ver que le obedecían por todos los pueblos y naciones. Su poder será siempre el mismo y nunca tendrá fin; su reino jamás será destruido.


En el sueño veía yo un carnero que estaba junto al río. Ese carnero tenía dos cuernos largos, pero uno era más largo que el otro y había sido el último en salir.


¡Vamos, Jerusalén! ¡Levántate y hazlos pedazos! Yo te daré la fuerza de un toro para que destruyas a muchos pueblos; ¡tus cuernos serán como de hierro!, ¡tus pezuñas serán como de bronce! Les quitarás todas sus riquezas y me las entregarás a mí que soy el dueño de toda la tierra.


Un gran resplandor te rodea; de tus manos brotan rayos de luz que muestran tu poder.


¡Fíjate bien, Josué! Delante de ti he puesto una piedra que tiene siete caras. Voy a grabar algo en esa piedra, y en un solo día borraré los pecados de toda la tierra. Cuando llegue ese día, os invitaréis unos a otros a sentaros a la sombra de la parra y de la higuera. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Los que un día despreciaron los humildes comienzos, ahora se alegrarán al ver cómo Zorobabel ha terminado la obra.


Nos ha dado un salvador muy poderoso, descendiente del rey David, su siervo.


Al día siguiente, al ver que Jesús se acercaba, Juan dijo a los que estaban allí: —¡Aquí viene el Cordero de Dios. Por medio de él, Dios os perdonará todos los pecados.


Cuando vio que Jesús pasaba por allí, les dijo: —¡Mirad, ahí viene el Cordero de Dios!


En ese momento el ministro estaba leyendo el pasaje que dice: Se portó como una oveja que llevan al matadero, como un cordero al que le cortan la lana: no se quejó de nada. Era tan pobre que nadie lo defendió; nadie podrá hablar de su descendencia porque le quitaron la vida.


Yo, Juan, saludo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia de parte del que existe, que siempre ha existido y que está a punto de venir. Deseo que Dios, Jesucristo y los siete espíritus que están delante de su trono, os concedan su gracia y su paz. Debemos confiar en que Jesucristo nos ama y dice la verdad acerca de Dios, ya que él fue el primero en resucitar de entre los muertos y es también el que gobierna sobre todos los reyes de la tierra. Jesucristo es quien nos ama y quien, por medio de su muerte, nos ha liberado de nuestros pecados.


Han sido nuestros hermanos quienes lo han vencido por medio de la muerte del Cordero y del testimonio que han dado, llegando incluso a dar sus vidas sin temor.


A ese monstruo lo adorarán todos los habitantes de la tierra, menos los que tienen sus nombres escritos en el libro de la vida del Cordero que fue sacrificado, un libro escrito desde antes de que Dios creara el mundo.


Entonces miré y vi al Cordero de pie en el monte Sion. Junto a él estaban ciento cuarenta y cuatro mil seguidores suyos, que tenían escritos en la frente los nombres del Cordero y del Padre.


Después, el monstruo y los diez reyes lucharán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá porque es el Señor más grande y el Rey más poderoso. Con él estarán también sus seguidores, los creyentes a quienes él ha llamado y elegido.


En la ciudad no vi ningún templo, porque su Templo son el Señor, el Dios todopoderoso, y el Cordero.


La ciudad no necesita que el sol o la luna la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lámpara.


Luego el ángel me mostró un río de aguas que dan la vida. Ese río salía del trono de Dios y del Cordero, y era claro como el cristal.


En esa ciudad no habrá ya nada que desagrade a Dios. Allí estará el trono de Dios y del Cordero, y los servidores de Dios lo adorarán.


Cada uno de estos seres vivientes tenía seis alas y estaban llenos de ojos, por fuera y por dentro, y no dejaban de cantar de día y de noche: —Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que existe, ha existido y está a punto de llegar.


Luego, en la visión, oí la voz de innumerables ángeles. Eran millones y millones de ángeles que estaban alrededor del trono, de los cuatro seres vivientes y de los veinticuatro ancianos.


Y decían con fuerte voz: —El Cordero que fue sacrificado merece recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.


Y también oí decir a todos los seres del universo: —¡Que todos alaben al que está sentado en el trono y también al Cordero! Que le den honor y gloria, y por siempre admiren su poder.


Los cuatro seres vivientes respondieron: «¡Amén!», y los veinticuatro ancianos se arrodillaron y adoraron al que está sentado en el trono y al Cordero.


Y todos ellos decían a las montañas y a las rocas: —Caed sobre nosotros, para que no nos vea el que está sentado en el trono y no caiga sobre nosotros la ira del Cordero.


Dios destruye a sus enemigos; desde el cielo lanza truenos contra ellos. Dios es el juez de todo el mundo. Al que él pone como rey le dará fuerza y poder.


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