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Apocalipsis 4:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 En ese mismo instante quedé bajo el poder del Espíritu y vi un trono en el cielo. Sobre el trono estaba sentado alguien

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Y al instante, yo estaba en el Espíritu y vi un trono en el cielo y a alguien sentado en él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 En ese mismo momento me tomó el Espíritu: vi un trono colocado en el cielo y alguien sentado en el trono.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Al instante estuve en espíritu; y he aquí un trono puesto en el cielo, y en el trono, uno sentado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Al punto fui arrebatado en espíritu. Y vi un trono colocado en el cielo y sobre el trono, a uno sentado.

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Apocalipsis 4:2
28 Referans Kwoze  

Miqueas continuó: —Escucha esto que te digo de parte de Dios: Yo he visto a Dios sentado sobre su trono. Todos los ángeles del cielo estaban de pie junto a él, unos a su derecha y otros a la izquierda.


Pero Dios está en su santo Templo; desde su palacio celestial vigila a la humanidad entera. Dios pone a prueba tanto a justos como a malvados, pero a los que practican la violencia los odia con toda su alma.


Yo, Isaías, vi a Dios sentado en un trono muy alto, y con su manto cubría el Templo. Esto me sucedió en el año en que murió el rey Ozías.


El Templo, oh Dios, donde tienes tu trono es desde el principio un lugar lleno de alegría.


Sobre la cúpula de cristal había una piedra preciosa, que tenía la forma de un trono. Sobre ese trono podía verse la figura de un ser humano.


De pronto vi que arriba de la cúpula que estaba sobre los cuatro seres con alas había algo que parecía un trono. Era tan azul que parecía estar hecho de zafiro.


Seguía yo mirando y vi que aparecieron unos tronos. Un anciano se sentó sobre ellos: su ropa era blanca como la nieve, y su pelo era blanco como la lana.


Jesús les dijo: —Entonces, ¿cómo se explica que David, inspirado por el Espíritu Santo, le llame Señor cuando escribe: Dios le dijo a mi Señor el Mesías: «Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos». A ver, explicadme: Si el rey David llama Señor al Mesías, ¿cómo puede el Mesías ser su descendiente?


Lo más importante de lo que estamos diciendo es que tenemos un Jefe de sacerdotes que está en el cielo, sentado a la derecha del trono de Dios.


Pero un día del Señor quedé bajo el poder del Espíritu Santo. Entonces escuché detrás de mí una voz muy fuerte que sonaba como una trompeta.


La mujer dio a luz un hijo varón destinado a gobernar con gran poder todos los países de este mundo. El hijo fue entonces arrebatado y llevado junto al trono de Dios.


Luego, en la visión que me mostró el Espíritu de Dios, el ángel me llevó al desierto. Allí vi a una mujer sentada sobre un monstruo de color rojo. Este monstruo, de siete cabezas y diez cuernos, tenía escritos por todo el cuerpo nombres que ofendían a Dios.


Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se inclinaron tocando el suelo con su frente y dijeron: —¡Amén! ¡Aleluya!


Entonces vi un gran trono blanco. La tierra y cielo desaparecieron sin dejar rastro en presencia del que estaba sentado sobre el trono.


Y en la visión que el Espíritu de Dios me mostró, el ángel me llevó a un monte grande y alto, y me enseñó la gran ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios.


Y dijo el que estaba sentado en el trono: —¡Yo hago todo nuevo! Y también dijo: —Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de ser creídas.


A los que salgan vencedores haré que reinen conmigo, igual que yo he vencido y ahora reino con mi Padre.


Cada vez que hacen esto, los veinticuatro ancianos se arrodillan delante de él, lo adoran y, arrojando sus coronas delante del trono, cantan:


Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos, y delante del trono ardían siete antorchas, que son los siete espíritus de Dios.


Estos cuatro seres vivientes cantan dando honor y acción de gracias al que está sentado en el trono y vive para siempre.


En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un libro enrollado. Las hojas del libro estaban escritas por ambos lados y el libro estaba cerrado con siete sellos.


Y también oí decir a todos los seres del universo: —¡Que todos alaben al que está sentado en el trono y también al Cordero! Que le den honor y gloria, y por siempre admiren su poder.


Y todos ellos decían a las montañas y a las rocas: —Caed sobre nosotros, para que no nos vea el que está sentado en el trono y no caiga sobre nosotros la ira del Cordero.


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