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Apocalipsis 4:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 Cada vez que hacen esto, los veinticuatro ancianos se arrodillan delante de él, lo adoran y, arrojando sus coronas delante del trono, cantan:

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Biblia Reina Valera 1960

10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 los veinticuatro ancianos se postran y adoran al que está sentado en el trono (el que vive por siempre y para siempre), y ponen sus coronas delante del trono, diciendo:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 los veinticuatro ancianos se arrodillan ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas delante del trono diciendo:

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 los veinticuatro ancianos se postrarán delante del que está sentado en el trono, y adorarán al que vive por los siglos de los siglos, y colocarán° sus coronas delante del trono, diciendo:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 caerán los veinticuatro ancianos ante el que está sentado en el trono, adorarán al que vive por los siglos de los siglos y arrojarán sus coronas ante el trono, diciendo:

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Apocalipsis 4:10
28 Referans Kwoze  

A continuación David se dirigió a toda la asamblea del pueblo diciendo: —¡Bendecid y alabad a Dios! Y el pueblo entero, inclinándose ante Dios y ante el rey, bendijo al Dios de sus antepasados.


Cuando todos los israelitas vieron descender el fuego y la presencia de Dios sobre el Templo, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente, adoraron a Dios y le dieron gracias, proclamando: «Dios es bueno y nunca deja de amarnos».


En cuanto Job oyó esto, se puso de pie y rasgó su ropa en señal de dolor; luego se rasuró la cabeza y se inclinó hasta el suelo en actitud de adoración,


Dios mío, engrandece tu nombre y no el nuestro; solo tú mereces alabanzas por tu amor y tu fidelidad.


¡Cantemos un himno hermoso, pues él reina sobre toda la tierra!


Que todos los reyes se arrodillen en su presencia y que todas las naciones se pongan a su servicio.


¡Venid, adoremos de rodillas a nuestro Dios y creador!


Yo, Isaías, vi a Dios sentado en un trono muy alto, y con su manto cubría el Templo. Esto me sucedió en el año en que murió el rey Ozías.


El hombre vestido con ropas de lino y que estaba junto al río levantó las manos al cielo y juró por el Dios que vive para siempre: —Esto se cumplirá cuando termine la destrucción del pueblo de Dios, es decir, dentro de tres años y medio.


Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos.


Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se arrodillaron para adorarlo. Abrieron los tesoros y le regalaron al niño oro, incienso y mirra.


Ellos, entonces, lo adoraron y regresaron a Jerusalén, llenos de alegría.


Sin embargo, Dios fue bueno conmigo y ha hecho de mí esto que ahora soy. No he echado a perder la gracia que me concedió, y trabajé más que los otros apóstoles; aunque en realidad todo lo hice ayudado por esa gracia especial de Dios.


Levanto mi mano al cielo y juro por mi vida, que es eterna,


y juró por el que vive para siempre, por el Dios que creó el universo, diciendo: —El tiempo ha llegado a su fin. Cuando el séptimo ángel toque su trompeta, Dios hará que se cumpla todo lo que había planeado y mantenía en secreto. Hará todo lo que ya había dicho a sus servidores los profetas.


Y los veinticuatro ancianos que están sentados en sus tronos, delante de Dios, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente y adoraron a Dios,


Todos te honran y te alaban, Señor, pues solo tú eres santo. Todos los países del mundo vendrán a adorarte, porque tus planes de salvación se han dado a conocer.


Uno de los cuatro seres vivientes le dio una copa llena de vino a cada uno de los siete ángeles. Las siete copas de vino representaban la ira de Dios, que vive para siempre.


Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se inclinaron tocando el suelo con su frente y dijeron: —¡Amén! ¡Aleluya!


En ese mismo instante quedé bajo el poder del Espíritu y vi un trono en el cielo. Sobre el trono estaba sentado alguien


Rodeando el trono había también otros veinticuatro tronos en los que estaban sentados veinticuatro ancianos. Esos ancianos estaban vestidos con ropas blancas y tenían una corona de oro en la cabeza.


Estos cuatro seres vivientes cantan dando honor y acción de gracias al que está sentado en el trono y vive para siempre.


Los cuatro seres vivientes respondieron: «¡Amén!», y los veinticuatro ancianos se arrodillaron y adoraron al que está sentado en el trono y al Cordero.


Apenas hizo esto, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y llevaba una copa llena de incienso que representaba las oraciones del pueblo de Dios.


Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes se inclinaron tocando el suelo con su frente delante del trono y adoraron a Dios


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