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Apocalipsis 18:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Devolvedle todo el mal que ella hizo con otros; hacedle pagar el doble de todo lo malo que ha hecho; Haced que pase dos veces por la misma amarga experiencia que otros tuvieron por su culpa.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros. Denle doble castigo por todas sus maldades. Ella preparó una copa de terror para otros, así que preparen el doble para ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Devuélvanle según ella ha dado, páguenle el doble de lo que ha hecho, viértanle doble medida de lo que ella daba de beber.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 ¡Pagadle como ella pagó,° y dadle el doble según sus obras! ¡Vertedle el doble en la copa que ella vertió!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Como ella hizo, haced con ella, pagadle el doble sus obras. Mezcladle en su copa el doble de lo que ella mezcló.

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Apocalipsis 18:6
21 Referans Kwoze  

Un día, ciudad de Babilonia, ¡también tú serás destruida! ¡Dios bendecirá a los que te paguen con la misma moneda!


¡Págales con la misma moneda! ¡Dales su merecido! Sus acciones han sido malas; ¡devuélveles mal por mal,


Hablad con mucho cariño a los habitantes de Jerusalén, y anunciadles de mi parte que ya han dejado de ser esclavos. Ya les hice pagar por sus pecados, y el castigo que han recibido es más que suficiente».


Habéis tenido que sufrir el doble de lo que merecíais, y os han llenado de vergüenza y de insultos; por eso recibiréis doble porción de riquezas y viviréis felices por siempre.


Así que les daré un castigo doble por los terribles pecados que han cometido. Le han quitado al país su buena fama llenándolo de ídolos malolientes que no tienen vida.


¡Avergüenza a mis enemigos, pero no me avergüences a mí! ¡Haz que tiemblen de miedo, pero a mí no me asustes! ¡Mándales tiempos difíciles, y destrúyelos de una vez!


Lanzad el grito de guerra contra ella: «¡Babilonia se ha rendido! ¡Sus torres se derrumban! ¡Sus murallas caen por los suelos!». ¡Y ahora vosotros haced con ella lo mismo que ella hizo con vosotros! ¡Esta es mi venganza contra Babilonia!


¡Que vengan los arqueros, y ataquen a Babilonia! ¡Que la rodeen por todas partes para que nadie pueda escapar! Babilonia se rebeló contra mí, que soy el Dios Santo de Israel. Por eso, dadle su merecido; tratadla como ella trató a los demás.


Y haré que Babilonia y todos los habitantes de Caldea paguen ante vuestros propios ojos todo el mal que hicieron a Jerusalén. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Babilonia merece ser destruida por haber dado muerte a tantos israelitas y a tanta gente de otras naciones.


¡Espero que los castigues con toda tu furia y los borres de este mundo! ¡Dales, mi Dios, su merecido por todo lo que han hecho! Que caiga tu maldición sobre ellos y se les endurezca el corazón.


Los cautivos volverán llenos de esperanza a esas ciudades que parecen fortalezas. Si hasta ahora han sufrido, yo me comprometo en este día a hacerlos dos veces más felices.


Ten cuidado con Alejandro, el herrero, pues me ha hecho mucho daño y está en contra de lo que enseñamos. Pero yo sé que el Señor Jesucristo le tendrá en cuenta lo que ha hecho.


Quien deba ir a la cárcel, a la cárcel será llevado; y quien deba morir por la espada, a filo de espada morirá. Esto significa que el pueblo de Dios debe aprender a soportar los sufrimientos y a seguir creyendo en Dios.


Dios se llenará de ira y lo castigará duramente. No será un castigo suave, sino que lo hará sufrir con fuego y azufre ardiente en presencia de los santos ángeles y del Cordero.


El terremoto partió en tres la gran ciudad de Babilonia y las restantes ciudades del mundo se derrumbaron. Y es que no se olvidó de Babilonia, sino que, lleno de ira, la castigó terriblemente.


Los reyes del mundo se unieron a ella para adorar a dioses falsos y los habitantes de la tierra se han emborrachado con el vino de sus inmoralidades sexuales.


Aquella mujer vestía ropas de color púrpura y rojo. Se había adornado el cuerpo con oro, piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de cosas odiosas, que eran el fruto sucio de sus malas acciones.


¡Alegraos por su ruina los que vivís en el cielo! ¡Y alegraos también vosotros, santos, apóstoles y profetas, pues Dios la ha castigado por todo el mal que os ha hecho!


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