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Apocalipsis 1:17 - Biblia Lenguaje Básico

17 Al verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí y me dijo: —No tengas miedo. Yo soy el primero y el último.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Al verlo caí como muerto a sus pies; pero me tocó con la mano derecha y me dijo: 'No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo,

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies, pero Él puso su diestra sobre mí, diciendo: No temas,° Yo soy el Primero y el Postrero,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Él puso su diestra sobre mí y me dijo: 'No temas. Yo soy el primero y el último

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Apocalipsis 1:17
30 Referans Kwoze  

Después de esto, Dios se le apareció a Abrán en una visión y le dijo: —Abrán, no tengas miedo. Yo soy quien te protege. Voy a premiarte generosamente.


Me tienes rodeado por completo; ¡estoy bajo tu control!


Moisés les respondió: —¡Tranquilos, no tengáis miedo! No os preocupéis, pues vais a ver cómo vuestro Dios os va a salvar. A esos egipcios que hoy estáis viendo, no volveréis a verlos nunca más, porque Dios luchará por vosotros sin que tengáis que hacer nada.


Pero Moisés les dijo: —¡No tengáis miedo! Dios quiere poneros a prueba de manera que le respetéis y no cometáis ningún pecado.


Yo soy el Dios de tus antepasados; yo soy el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Al oír esto, Moisés no se atrevió a mirar a Dios y se tapó la cara.


Por tanto, no tengáis miedo, pues yo soy vuestro Dios y estoy a vuestro lado. Mi mano victoriosa os dará fuerza y ayuda; mi mano victoriosa siempre os dará su apoyo.


Yo soy el único Dios y mantengo bajo control todo lo que pasa en este mundo. He existido desde el principio, y existiré hasta el final.


Así dice Dios, el rey de Israel, el Dios todopoderoso que es su libertador: «Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro Dios.


Pueblo de Israel, yo te he llamado. Yo soy el único Dios, el primero y el último.


Te llamé, acudiste en mi ayuda y me dijiste: «No tengas miedo».


Pero me dijo: —Daniel, no tengas miedo. Dios ha escuchado tus oraciones desde el primer día, cuando trataste de entender ese sueño tan difícil y te humillaste ante él. Por eso Dios me ha enviado a decirte que tú has visto lo que va a pasarle a tu pueblo en el futuro. Yo iba a venir antes, pero no pude hacerlo porque, durante veintiún días, el ángel encargado de cuidar el reino de Persia me lo impidió. Yo me había quedado solo, junto a los reyes de Persia, pero vino en mi ayuda Miguel, uno de los ángeles más importantes de todos.


Mientras el hombre vestido de lino me decía todo esto, yo permanecí en silencio con el rostro postrado en tierra.


Cuando escucho todo esto, me tiemblan los labios y se estremece mi cuerpo; siento que mis huesos se desmoronan y que el suelo se hunde bajo mis pies. Pero yo espero con paciencia el día en que castigarás a los que ahora nos atacan.


Enseguida Jesús les dijo: —¡Tranquilos! ¡Soy yo! ¡No tengáis miedo!


Al verlo, los guardias se asustaron tanto que empezaron a temblar y se quedaron como muertos.


El ángel dijo a las mujeres: —No os asustéis. Sé que estáis buscando a Jesús, el que fue crucificado.


El discípulo preferido de Jesús estaba sentado junto a él mientras cenaban.


Entonces Pedro miró hacia atrás y vio que el discípulo preferido de Jesús estaba siguiéndolos. Ese discípulo era el mismo que estaba recostado sobre el pecho de Jesús en la cena de la Pascua, y el que preguntó a Jesús quién era el que iba a traicionarle.


Esa voz me dijo: —Escribe en un libro lo que ves y envíalo a las siete iglesias de la provincia de Asia, es decir, a las iglesias de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.


Yo, Juan, saludo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia de parte del que existe, que siempre ha existido y que está a punto de venir. Deseo que Dios, Jesucristo y los siete espíritus que están delante de su trono, os concedan su gracia y su paz. Debemos confiar en que Jesucristo nos ama y dice la verdad acerca de Dios, ya que él fue el primero en resucitar de entre los muertos y es también el que gobierna sobre todos los reyes de la tierra. Jesucristo es quien nos ama y quien, por medio de su muerte, nos ha liberado de nuestros pecados.


Yo soy el principio y el fin —dice el Señor, que es Dios—, el que existe, siempre ha existido y está a punto de llegar, el que todo lo puede.


Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna: Yo soy el primero y el último, el que había muerto, pero ha resucitado. Escucha bien lo que te voy a decir:


Yo soy el principio y el fin, el primero y el último.


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