8 Esto es lo que Dios todopoderoso jura por sí mismo: Los israelitas se sienten orgullosos de sus hermosos palacios, pero yo los aborrezco y los voy a entregar, a ellos y a su ciudad, en manos de sus enemigos.
8 Jehová el Señor juró por sí mismo, Jehová Dios de los ejércitos ha dicho: Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella.
8 El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales: «Desprecio la arrogancia de Israel y odio sus fortalezas. Entregaré esta ciudad a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».
8 Juro por mí mismo, dice el Señor Yavé, el Dios de los Ejércitos: Yo aborrezco el lujo insolente de Jacob y detesto sus palacios; por eso, entregaré en manos del enemigo la ciudad con todos sus habitantes.
8 ° Adonay YHVH ha jurado por sí mismo, YHVH ’Elohey Sebaot, ha dicho:° Aborrezco el orgullo° de Jacob, y detesto sus palacios. Entregaré la ciudad y cuanto hay en ella.°
8 El Señor Yahveh lo jura por sí mismo -oráculo de Yahveh, Dios Sebaot-: 'Aborrezco el orgullo de Jacob, detesto sus palacios; entregaré la ciudad y cuanto hay en ella'.
y le dijo: —Por no haberme negado a tu único hijo, yo prometo bendecirte. Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo y como la arena del mar, que no se puede contar. Tus descendientes atacarán las ciudades de sus enemigos y las conquistarán. Te juro por mí mismo que todos los pueblos de la tierra recibirán mis bendiciones por medio de tu descendencia, porque tú me obedeciste.
Respetar a Dios lleva consigo aborrecer la maldad. Yo aborrezco a la gente que es orgullosa y presumida, que nunca dice la verdad ni vive como es debido.
¡Qué mal le va a ir a Samaría, orgullo y corona del Reino del Norte! ¡Qué mal les va a ir a sus habitantes que se portan como borrachos y presumen de tener como capital a una flor ya marchita que domina el fértil valle donde viven esos borrachos! Asiria es un pueblo poderoso; Dios lo tiene preparado como una tormenta de granizo, como lluvia torrencial y destructora, como una terrible inundación. Con su poder y su fuerza, Asiria abatirá a Samaría en la que esos borrachos del Reino del Norte han puesto todo su orgullo;
pero escuchad bien esta palabra de Dios los que sois de Judá y ahora vivís en Egipto: Porque Dios dice: Os aseguro solemnemente que ninguno de vosotros volverá a jurar aquí usando mi nombre. Nadie volverá a decir: «¡Lo juro por el Dios de Israel!».
El llanto por los muertos inunda la capital de Judá. Dios parece nuestro enemigo, pues ha aniquilado a Israel. ¡Todas sus fortalezas y palacios han quedado en ruinas!
Me ha encargado que os diga de su parte lo siguiente: Israelitas, vosotros os sentís muy orgullosos de mi Templo. Pero aunque lo admiráis y amáis apasionadamente, yo voy a permitir que sea destruido. Y voy a permitir también que mueran a espada los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén.
Destruiré los lugares de culto que habéis levantado en las colinas, destruiré los altares donde ofrecéis incienso a los ídolos y amontonaré vuestros cadáveres encima de esos ídolos.
Por lo tanto, esto os dice Dios: Un ejército enemigo vendrá a Samaría y la rodeará para conquistarla; derribará sus fortalezas y dejará vacíos sus palacios. Cuando un león ataca las ovejas, el pastor lucha por salvarlas, pero solo alcanza a rescatar dos patas o un pedazo de oreja; pues eso mismo os pasará a vosotros, israelitas que vivís en Samaría, y descansáis en cómodas camas y lujosos sillones: apenas nada podréis llevaros los que logréis escapar.
Pero el poderoso Dios de Israel os jura que ya está cerca el día en que a vosotras y a vuestros hijos se los llevarán lejos de aquí. Tanto a ellos como a vosotras os pondrán ganchos en la boca,
Está cerca el día en que convertiré en lamentos los cantos de palacio. Ese día habrá tantos cadáveres que los arrojarán silenciosamente en cualquier parte. Así os lo aseguro yo mismo que soy el Dios todopoderoso.