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Amós 2:9 - Biblia Lenguaje Básico

9-10 A vosotros, israelitas, yo os saqué de Egipto y durante cuarenta años os guie a través del desierto; destruí por completo a los amorreos y os di a vosotros su país, aunque ellos eran un pueblo de mucha fuerza y gran estatura.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como una encina; y destruí su fruto arriba y sus raíces abajo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 »Pero ante los ojos de mi pueblo destruí a los amorreos, aunque eran tan altos como cedros y tan fuertes como robles. Destruí el fruto de sus ramas y arranqué sus raíces.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Yo, también, los saqué a ustedes de Egipto y los conduje por el desierto durante cuarenta años, para que tomaran posesión del territorio amorreo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Yo, que destruí ante ellos al amorreo, Cuya altura era como la de los cedros, Y cuya fortaleza como la del roble, Y aún así destruí su fruto por arriba y sus raíces por debajo;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y esto, a pesar de que yo exterminé al amorreo ante ellos, tan alto como los cedros tan recio como los robles; yo destruí su fruto por arriba y sus raíces por abajo.

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Amós 2:9
27 Referans Kwoze  

Pero cuando hayan pasado cuatro generaciones, tus descendientes podrán volver a este país, porque hasta entonces no habrá cesado la maldad de los amorreos (que ahora lo ocupan).


Estos son los pueblos que descienden de Canaán: los jebuseos, los amorreos, los guirgaseos, los jivitas, los arquitas, los sinitas, los arvaditas, los semaritas y los jamatitas.


El malvado es como un árbol al que se le secan las raíces y se le marchitan las ramas.


Por eso he venido a librarlos del poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y fértil que mana leche y miel. Es Canaán, país donde viven pueblos que no me conocen.


Si obedecéis todo lo que hoy os he ordenado, yo expulsaré ante vosotros a todos los pueblos del país donde vais a entrar.


Mirad cómo el Dios todopoderoso derriba con su fuerza terrible a los asirios como si fueran los árboles de un bosque: a los más altos los corta, y los más elevados los abate.


Rechazáis la enseñanza del Dios Santo de Israel; despreciáis los mandamientos del Dios único y perfecto. Por eso, así como el fuego quema la paja, así también vosotros desapareceréis: seréis como plantas que se pudren de raíz y sus flores se convierten en polvo.


Diles, por tanto, de mi parte: ¿Creéis que tendrá éxito la vid? Pues no tendrá ningún éxito ya que el águila la arrancará del suelo, le quitará todas las uvas y dejará que se marchite. Para hacerlo no hace falta mucha gente ni mucho esfuerzo.


Fue tan grande la ira de Dios que durante cuarenta años hizo que los israelitas dieran vueltas por el desierto, hasta que todos los desobedientes murieron.


Cuando supisteis que en ese territorio vivía gente muy fuerte y de gran estatura, y que sus ciudades estaban rodeadas de grandes murallas, os dio mucho miedo. Y os desanimasteis aún más cuando supisteis que allí también vivían los descendientes del gigante Anac.


Og era el último rey de los refaítas; dormía en una cama de hierro que medía cuatro metros de largo y dos de ancho y que aún puede verse en la ciudad amonita de Rabá.


El día en que Dios les dio la victoria sobre los amorreos, Josué se dirigió a Dios y dijo delante de todos los israelitas: «Sol, no te muevas; detente sobre Gabaón. Y tú, luna, detente sobre el valle de Ayalón».


—Dios nos ha prometido que, a medida que avancemos, él irá desalojando a todos los habitantes de Canaán.


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