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Abdías 1:12 - Biblia Lenguaje Básico

12 No debiste haberte alegrado cuando tus hermanos sufrían; no debiste haberte reído cuando Judá estaba en ruinas; no debiste burlarte de ellos cuando estaban angustiados;

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Biblia Reina Valera 1960

12 Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 »No debiste alegrarte cuando desterraron a tus parientes a tierras lejanas. No debiste gozarte cuando el pueblo de Judá sufría semejante desgracia. No debiste hablar con arrogancia en ese terrible tiempo de angustia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 No te alegres de la ruina de tu hermano en el día de su desgracia. No hagas burla de los hijos de Judá en el día de su angustia, no te rías de su miseria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 No recrees tu vista en el día de tu hermano, En el día de su calamidad; Ni te alegres a costa de los hijos de Judá En el día de su destrucción, Ni te jactes° en el día de su angustia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 No te deleites mirando a tu hermano en el día de su desgracia; no te alegres de los hijos de Judá en el día de su ruina; no digas palabras insolentes en el día de su angustia.

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Abdías 1:12
27 Referans Kwoze  

De un extremo al otro de la tierra, la gente se asombra y se asusta al saber cómo acabó.


Jamás he sentido alegría al ver la desgracia de mi enemigo, nunca he disfrutado con su ruina;


Una banda de malvados, que parece manada de perros, me rodea por todos lados y, como un león, me desgarran manos y pies,


Dios mío, mira que te estoy llamando; no hagas que quede avergonzado; haz que los avergonzados sean los malvados. ¡Arrójalos al silencio de la tumba!


Pero al verme caído, esos testigos se alegran. Como si fueran unos extraños a los que yo no conociera, se ponen en mi contra y todos a una se burlan de mí lanzándome miradas de odio.


pero Dios se burla de ellos, pues sabe que pronto serán destruidos.


Yo pongo en ti mi confianza, pues tú eres mi fortaleza. ¡Tú, Dios mío, eres mi protector!


Tú has llenado mi vida de poder y has derramado perfume sobre mi cabeza;


El que se burla del pobre ofende al Creador; el que se alegra de una desgracia no quedará sin castigo.


Tus mensajeros me han injuriado gravemente. Tú presumes de tener muchos carros de combate y de haber subido con ellos a los más altos montes del Líbano. Tú presumes de haber derribado los cedros y los pinos más altos y hermosos. Dices que has llegado a los lugares más lejanos y a los bosques más espesos.


Rabiosos están tus enemigos, y no dejan de hablar mal de ti. Gritan en son de victoria: «¡Llegó el día que habíamos esperado! ¡Al fin hemos conseguido acabar contigo, Jerusalén!».


Esto mismo lo sufrirás tú, nación edomita que habitas la región de Us. Puedes reírte y alegrarte ahora, ¡pero un día serás castigada y andarás borracha y desnuda!


Yo os oí cuando os burlabais de los israelitas. Os oí decir que dejaríais el país convertido en un desierto, y que acabaríais con mi pueblo.


Cuando la tierra de Israel quedó convertida en desierto, vosotros os alegrasteis. Pues será mayor mi alegría cuando vuestras montañas y todo vuestro país queden como un desierto. Entonces tendréis que reconocer que yo soy el Dios de Israel.


Pero yo soy el Dios de Israel y me declaro en contra de Edom y de las otras naciones. Estoy muy enfadado con ellas porque, entre burlas y desprecios, se han adueñado de mi tierra y la han destruido.


Muchas naciones se han reunido, y dicen en tu contra: «¡Ojalá podamos ver la ruina de Jerusalén!».


Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén y vio la ciudad, lloró


Pues lo mismo pasa con nuestra lengua: es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero es capaz de hacer grandes cosas. ¡Es como una llama pequeña que puede incendiar todo un bosque!


Porque ellos, para impresionar a la gente, dicen cosas bonitas que, en realidad, no sirven para nada. Prometiendo disfrutar de los placeres carnales, tratan de engañar a los que con mucho esfuerzo apenas han logrado alejarse del pecado.


Esta gente se queja de todo y lo critica todo. Son egoístas, entregados al vicio, orgullosos, y cuando parece que hablan bien de los demás, lo hacen solo para aprovecharse de ellos.


Al monstruo se le permitió creerse importante y decir cosas ofensivas contra Dios. También se le permitió gobernar durante cuarenta y dos meses.


¡No habléis con orgullo! ¡No habléis como la gente presumida! Dios nos conoce muy bien; sabe cuándo hacemos lo bueno y cuándo hacemos lo malo.


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