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2 Timoteo 2:24 - Biblia Lenguaje Básico

24 Un siervo de Dios no debe andar en peleas; al contrario, debe ser bueno con todos, saber enseñar y tener mucha paciencia;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Un siervo del Señor no debe andar peleando, sino que debe ser bondadoso con todos, capaz de enseñar y paciente con las personas difíciles.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Un servidor del Señor no debe ser peleador, sino comprensivo con todos, buen pedagogo, paciente en las incomprensiones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 porque un siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable con todos, apto para enseñar, tolerante;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 un siervo del Señor no debe polemizar, sino ser afable con todos, buen maestro, tolerante,

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2 Timoteo 2:24
31 Referans Kwoze  

Entonces Joás mandó llamar a Joyadá, jefe de los sacerdotes, y le dijo: —¿Por qué no te has preocupado de que los levitas recogieran de Judá y Jerusalén la contribución que Moisés y los israelitas acordaron dar para la Tienda del Testimonio?


Viene cuidando a su pueblo, como cuida un pastor a su rebaño: lleva en brazos a los corderos y guía con cuidado a las ovejas que acaban de tener su cría».


En cuanto amaneció, el rey se levantó y fue deprisa al foso en el que habían echado a Daniel.


No discutirá con nadie, no andará dando gritos. ¡Nadie escuchará su voz en las calles!


Esto provocó una fuerte discusión entre los judíos que se preguntaban entre ellos: —¿Cómo puede este darnos su propio cuerpo para que lo comamos?


Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con eso, y empezó una fuerte discusión entre ellos. Por esa razón, los de la iglesia de Antioquía pidieron a Pablo y a Bernabé que fueran a Jerusalén, y trataran de resolver el problema con los apóstoles y demás líderes de la Iglesia. Pablo y Bernabé se pusieron en camino, y los acompañaron algunos otros creyentes.


Se armó entonces un gran alboroto, en el que todos gritaban. Algunos maestros de la Ley, que eran fariseos, dijeron: —No creemos que este hombre sea culpable de nada. Tal vez un ángel o un espíritu le ha hablado.


De hecho, al día siguiente, Moisés vio que dos israelitas se estaban peleando. Trató de calmarlos y les dijo: «Sois de la misma nación. ¿Por qué os peleáis?».


Algunos dicen que soy muy tímido cuando estoy entre vosotros, pero muy valiente cuando estoy lejos. Yo os ruego, por la ternura y la bondad de Cristo, que cuando vaya a veros, no me obliguéis a ser duro con los que nos acusan. Dicen que nosotros hacemos las cosas solo por interés, como lo hace la gente de este mundo.


ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, toda clase de acusaciones


En todo lo que hacemos, demostramos que somos servidores de Dios, y todo lo soportamos con paciencia. Hemos pasado muchas necesidades y tenido muchos sufrimientos y problemas;


En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables; nos enseña a tratar bien a los demás y a tener confianza en Dios,


Sed humildes, amables y pacientes, y soportaos unos a otros con amor.


Moisés estuvo siempre al servicio de Dios. Tal como Dios lo había dicho, Moisés murió en Moab, frente a Bet Peor, y allí mismo fue enterrado, sin que nadie hasta el día de hoy conozca el lugar exacto.


Haced todo sin hablar mal de nadie y sin discutir por todo,


y no hagáis nada por orgullo o por rivalidad. Al contrario, haced todo con humildad y considerad a los demás mejores que vosotros mismos.


Sed tolerantes los unos con los otros, y si alguien tiene alguna queja contra otro, perdonaos, como el Señor os ha perdonado a vosotros.


Y, aunque como apóstoles de Cristo, pudimos haberos exigido que nos ayudaseis, nunca lo hicimos. Al contrario, cuando estuvimos con vosotros, os tratamos con mucho cariño y ternura, como una madre que cuida de sus propios hijos.


Pero tú, Timoteo, estás al servicio de Dios. Por eso, aléjate de todo lo malo y busca siempre la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y un buen carácter.


Querido Tito: Yo te ayudé a creer en Jesucristo y por eso tú eres para mí como un verdadero hijo. Tú y yo compartimos la misma fe en Dios; por eso le pido a él, que es nuestro Padre, y a Jesucristo, nuestro Salvador, que te concedan su gracia y su paz. Como bien sabes, soy siervo de Dios y apóstol de Jesucristo. Fui enviado por él para que los elegidos de Dios crean en él y para que lleguen a conocer la verdad que enseña nuestra religión. Así estarán seguros de recibir la vida eterna que Dios nuestro Salvador prometió desde antes que el mundo existiera. Y sabemos que Dios no miente. En el momento que él consideró oportuno, me dio ese mensaje y me mandó que lo anunciara a los demás.


Los encargados de dirigir una comunidad cristiana, que es la casa de Dios, deben hacerlo sin que se les pueda acusar de nada malo. Por eso, no deben ser tiranos, ni enfadarse con facilidad ni emborracharse. Tampoco deben ser violentos, ni tramposos en sus negocios.


No deberán creer otro mensaje que no sea el verdadero. Así podrán animar a otros por medio de la buena enseñanza y convencer de que están equivocados a los que se oponen a ella.


No deben hablar mal de nadie; que sean pacíficos, amables y se muestren humildes en su trato con los demás.


Yo, Santiago, que estoy al servicio de Dios y del Señor Jesucristo, os envío un saludo a los cristianos que vivís esparcidos por todo el mundo.


En cambio, los que tienen la sabiduría que viene de Dios, no hacen lo malo, sino que buscan la paz; además son tolerantes y amables con los demás, se compadecen de los que sufren y siempre hacen el bien; tratan a todos de la misma manera y son siempre sinceros.


Sois tan envidiosos que quisierais tenerlo todo y, para conseguirlo, sois capaces hasta de luchar, matar y provocar una guerra. No tenéis porque no pedís.


Después de la muerte de Moisés, Dios habló con Josué, hijo de Nun, que había sido ayudante de Moisés. Dios dijo a Josué: —Ahora que mi siervo Moisés ha muerto, te toca a ti guiar al pueblo de Israel. Cruza el río Jordán con todos ellos y llévalos al territorio que les voy a dar.


En fin, todos debéis vivir en armonía y amaros unos a otros. Poneos de acuerdo en todo, para que permanezcáis unidos. Sed buenos y humildes.


Queridos míos, hace tiempo que he querido escribiros acerca de la salvación que Dios nos ha dado. Ahora os escribo para pediros que luchéis y defendáis la fe que Dios ha dado a los creyentes de una vez por todas.


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