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2 Samuel 20:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Por eso David dijo a Abisay: —Ahora Sebá puede causarnos más problemas que Absalón. Así que toma a tus mejores soldados y ve a perseguirlo. De lo contrario, se refugiará en alguna ciudad bien protegida y se nos escapará.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón; toma, pues, tú los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas, y nos cause dificultad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Por eso David le dijo a Abisai: «Seba, hijo de Bicri, nos va a causar más daño que Absalón. Rápido, toma a mis tropas y persíguelo antes de que llegue a alguna ciudad fortificada donde no podamos alcanzarlo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Entonces el rey dijo a Abisaí: 'Sebá, hijo de Bicri, será pronto más peligroso para nosotros que Absalón. Sal al frente de la guardia de tu amo y persíguelo, porque si no podría apoderarse de alguna ciudad fortificada y escapársenos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Por lo cual David dijo a Abisai: Seba ben Bicri nos hará ahora más daño que Absalón. Toma tú a los siervos de tu señor y ve tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos pierda de vista.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Entonces dijo David a Abisay: 'Seba, hijo de Bicrí, puede hacernos ahora más daño que Absalón. Toma, pues, los servidores de tu señor y sal en su persecución, no sea que alcance ciudades fortificadas y se nos escape'.

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2 Samuel 20:6
17 Referans Kwoze  

Cuando los amonitas vieron que los arameos estaban huyendo, también ellos se dieron a la fuga ante Abisay y corrieron a refugiarse en su ciudad. Entonces Joab dejó de combatir con ellos y regresó a Jerusalén.


Urías le contestó: —¡Mal haría yo en ir a mi casa a comer, beber y acostarme con mi mujer, mientras el Arca del pacto de Dios y todo el ejército de Israel y de Judá están viviendo en tiendas de campaña, y Joab y sus oficiales duermen al aire libre! ¡Juro por tu propia vida que no haré tal cosa!


El soldado contestó: —¡Ni por mil monedas de plata me atrevería a hacerle daño al hijo del rey! Nosotros oímos cuando el rey mismo te ordenó que respetaras al joven Absalón. También se lo dijo a Abisay y a Itay.


Luego dividió todo el ejército en tres grandes formaciones. La primera estaba bajo las órdenes de Joab, la segunda estaba bajo las órdenes de Abisay, que era hermano de Joab, y la tercera estaba bajo las órdenes de Itay, que era de la ciudad de Gat. Después de esto, David dijo a sus soldados: —Yo iré con vosotros a la batalla.


Por lo visto, el rey ama a los que le odian y odia a los que le aman. Hoy nos has demostrado que tus oficiales y soldados apenas te importamos. Das la impresión de que estarías muy feliz si Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros estuviéramos muertos.


Con Joab estaban sus hermanos Abisay y Asael.


Abisay, hijo de Seruyá, corrió a ayudar a David, atacó al filisteo y lo mató. Los hombres de David le hicieron jurar que ya no saldría a las batallas, pues no querían perder a su líder y quedarse sin su guía.


Abisay, el hijo de Seruyá y hermano de Joab, se hizo muy famoso y llegó a ser el jefe de los treinta soldados más valientes. Se hizo tan famoso como los otros tres cuando mató con su lanza a trescientos soldados. Pero ni así logró superar la fama de aquellos tres.


Si Joab y su hermano Abisay mataron a Abner, fue porque este mató a Asael, hermano de ambos, en la batalla de Gabaón.


Es verdad que yo soy el rey elegido por Dios, pero en realidad Joab y Abisay, esos hijos de Seruyá, son más fuertes que yo. ¡Que Dios les dé su merecido por la maldad que han cometido!


el rey les dijo: —Montad a mi hijo Salomón en mi propia mula y, acompañado de mi escolta real, llevadlo a Guijón.


Abisay, el hermano de Joab, se hizo muy famoso y llegó a ser el jefe de los treinta soldados más valientes. Se hizo famoso cuando mató con su lanza a trescientos soldados. Pero ni así logró superar la fama de los tres más valientes.


Abisay, hijo de Seruyá, mató a dieciocho mil edomitas en el Valle de la Sal.


El pueblo respondió: ¿Qué hacemos aquí sentados? ¡Vayamos a las ciudades fortificadas, y muramos allí de una vez! Nuestro Dios nos está haciendo perecer, nos está dando a beber agua envenenada porque hemos pecado contra él.


Si los habitantes de un país se pelean entre sí, el país acaba por destruirse.


David se dirigió entonces a Ajimélec, el hitita, y a Abisay, que era hijo de Seruyá, y les dijo: —¿Quién me quiere acompañar al campamento de Saúl? —Yo te acompaño —le contestó Abisay.


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