24 Mientras tanto, David estaba sentado entre las dos puertas de entrada de la ciudad de Majanáin. De pronto, un soldado que vigilaba desde la muralla vio a un hombre que venía corriendo solo;
24 Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el atalaya había ido al terrado sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo.
24 Mientras David estaba sentado entre las puertas internas y externas de la ciudad, el centinela subió al techo de la entrada de la muralla. Cuando se asomó, vio a un solo hombre que corría hacia ellos.
24 David estaba sentado entre las dos puertas y el centinela hacía la ronda por el techo de la puerta encima de las murallas. Levantó la vista y divisó a un hombre que corría solo.
24 Y David estaba sentado entre las dos puertas;° y el atalaya había subido al terrado de la puerta en el muro, y alzando sus ojos miró, y he aquí, un hombre que corría solo.
24 David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela, que había subido a la terraza de la puerta, sobre la muralla, al levantar los ojos, divisó a un hombre que corría solo.
En ese momento un vigilante avisó que por el camino de Joronáin que bordeaba la ladera del monte, venía mucha gente. Entonces Jonadab dijo al rey: —¿Ves como yo estaba en lo cierto? Son tus hijos que regresan con vida. No había terminado Jonadab de hablar cuando entraron los hijos del rey llorando a lágrima viva. Y también el rey y sus ayudantes empezaron a llorar amargamente.
Ajimás insistió: —Pase lo que pase, déjame ir. Joab se lo permitió. Así que Ajimás salió corriendo por el valle. Muy pronto alcanzó al etíope y lo adelantó.
El rey aceptó quedarse, si ellos creían que era lo mejor. Así que se mantuvo en pie a la entrada de la ciudad, mientras veía salir su ejército en grupos de cien y de mil soldados.
Así que sal ahora mismo y da ánimos al ejército. De lo contrario, te juro por Dios que mañana no habrá nadie que te apoye. ¡Y eso será para ti peor que todos los males que has tenido desde tu juventud!